El proyecto de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) sobre color y música se basa en una pregunta realizada por Isaac Newton hace más de tres siglos, cuando descubrió que la naturaleza de la luz estaba compuesta de colores: ¿había una conexión entre color y música, por ser fenómenos ondulatorios?

El doctor César Pérez Córdova, catedrático e investigador de las facultades de Ingeniería y de Artes de la BUAP, ha logrado traducir mediante un teclado las frecuencias matemáticas de las notas musicales en colores que pueden ser utilizados para realizar obras pictóricas.

En entrevista con La Jornada, Pérez Córdova habló sobre este hito histórico y cómo fueron los pasos para este trascendental hallazgo.

“La investigación empezó en 2011, a partir de la pregunta que se hizo Newton en el siglo XVII, cuando descubrió la naturaleza de la luz y vio que estaba compuesta de colores; entonces, se preguntó si había una relación entre color y música, por ser ambos fenómenos ondulatorios.

“Aunque son de naturaleza y frecuencias diferentes, ambas formas son muy similares. Todo se ha dirigido hacia lo que llamamos ‘sinestesia’, que es la capacidad de percibir de manera diferente los sentidos.

Hablamos de activar la percepción de un color cuando se escucha una nota musical; sin embargo, los estudios que reconocen este fenómeno afirman que cada caso es distinto y, por ende, cada individuo percibe diferentes tonalidades cromáticas, aseguró el investigador.

Al no ser un fenómeno uniforme, pues no todas las personas perciben los mismos colores, se complica nuestra manera de investigarlo.

Por ejemplo, el compositor y pianista ruso Alexander Scriabin, quien era sinestésico, creó la pieza musical Prometeo (también conocida como El poema del fuego). Para esta creación sinfónica, empleó un clavier à lumières (teclado de luces, en español), lo que funcionó como secuenciador, y en la partitura apuntó el color que representaba cada nota. Sin embargo, el compositor aseguró que no se trataba de un mapeo, pues sólo estaba basado en lo que él veía.

Recientemente, en la Universidad Yale se hizo una presentación de este poema de Scriabin. Pero en nuestro caso, por primera vez se va a dar a conocer un proyecto que habla sobre la relación entre color y música a través de fundamentos matemáticos, físicos y acústicos mediante un programa de computadora, detalló Pérez Córdova.

La sinestesia es la capacidad de percibir de manera diferente los sentidos; es decir, “se activa la percepción de un color cuando se escucha una nota musical”, explicó el investigador en entrevista. Los resultados de su trabajo se darán a conocer el 8 de mayo en el teatro del complejo cultural universitario de la BUAP. Foto cortesía de César Pérez Córdova

Algo similar sucedió con las obras de Vasili Kandinsky, quien llegó a afirmar que escuchando tonos y acordes mientras pintaba, detectó que el amarillo es el color del centro en una trompeta de latón, y el negro, el del cierre y el fin de las cosas. El artista afirmaba que las combinaciones de colores producen frecuencias vibratorias, similares a los acordes tocados en un piano. Con ello desarrolló una teoría de las figuras geométricas y sus relaciones.

Incluso, afirmó que el círculo es la forma más pacífica, que representa el alma humana, y que al igual que los colores, las formas tendrán sus efectos espirituales: los triángulos se relacionan más con los tonos cálidos (amarillo, rojo); esto, por la agudeza de sus ángulos; en el caso de los colores profundos, se relacionan con formas más cuadradas y redondas.

Pérez Córdova afirmó que en su caso, lo primero que hice fue elaborar una escala musical mediante las matemáticas; fuimos multiplicando las secuencias y logramos marcar toda la escala musical, después las convertí al código de colores RGB (acrónimo de rojo, azul y verde, por sus siglas en inglés) y mezclé los sonidos.

El investigador después hizo un programa para representar música en colores tras invertir lo aprendido mediante la escala musical.

Posteriormente, estudiantes de la Facultad de Artes de la BUAP se unieron, y con ellos logramos un proyecto en el cual se puede hacer música y pintura simultáneamente; es lo que vamos a presentar próximamente.

El científico está contento y a la vez sorprendido, porque logramos desarrollar música y pintura con base en fundamentos matemáticos, lo cual nos permite hacer que el público experimente lo que puede percibir una persona sinestésica. Logramos mejorar y perfeccionar el teclado de color de Scriabin.

Para Pérez Córdova este descubrimiento se trata de algo que podría ayudar a profundizar el conocimiento sobre cómo nuestro cerebro percibe a los sentidos, más allá de los usos artísticos.

Los resultados de este trabajo se presentarán el 8 de mayo al mediodía en el teatro del complejo cultural universitario de la BUAP; participarán el doctor César Pérez e integrantes de la Facultad de Artes de esa casa de estudios, quienes crearán de forma simultánea obras pictóricas y musicales, además de explicar el funcionamiento de esta nueva teoría que permitirá unir los caminos del color y la música.

 

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