La paridad en cargos del Poder Judicial en México ha sido desigual. “No podemos cerrar los ojos, esta desigualdad penosamente aún persiste”, ya que en la integración actual de las instituciones que lo conforman muestra que el 47.6 por ciento son mujeres y 52.4 por ciento hombres, lamentó la magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Mónica Soto Fregoso.

En la víspera del Día Internacional de la Mujer, señaló que en las seis salas regionales que conforman el tribunal electoral, solamente hay siete mujeres y sólo dos en la sala superior. “Desigualdad que no es exclusiva de un solo país, pues permea en las naciones de nuestra región y del mundo entero”.

Al inaugurar el Encuentro Internacional de Juezas de las Altas Cortes para juzgar con perspectiva de género, la magistrada presidenta consideró que el panorama ha mejorado, pero no está cerca de la paridad, por lo que exhortó a todas las juzgadoras mexicanas y Latinoamérica a “no juzgar con miedo, las mujeres juezas tienen que ser fuertes, empoderadas, que juzgan no que son juzgadas”.

Respecto a las cifras de mujeres en instituciones del Poder Judicial, el magistrado Felipe de la Mata Pizaña señaló que de las 796 magistraturas de circuito, 176 son mujeres, igual a un 22.1 por ciento; y de las 439 personas juzgadoras de Distrito, 170 son mujeres, equivalente al 38.7 por ciento.

La brecha es todavía mayor cuando se escala en los cargos. En los casi 200 años de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dijo, solo 15 mujeres han integrado su pleno en comparación con los 202 ministros. “Es solo en este año que de las 11 ministraturas del pleno, cinco son mujeres, lo que equivale al 45.4 por ciento.

Al respecto, la magistrada Soto Fregoso afirmó que las mujeres han escalado y roto obstáculos para ocupar cargos que eran exclusivos de los hombres, pero esta lucha no ha sido fácil, pues “muchas de las que estamos aquí, hemos padecido en algún momento violencia política por ser mujeres en el ejercicio de nuestros cargos”.

Sin embargo, ya no están dispuestas a permitirlo y lo van a denunciar, porque “ninguna jueza debe ser violentada por nadie. Les incito a que juzguemos sin miedo, que ninguna mujer tenga miedo al juzgar y emitir resoluciones que estén apegadas a la paz, a la democracia y a la visión de igualdad sustantiva”, puntualizó.

Aclaró que la rijosidad del debate no debe confundirse con la violencia hacia las mujeres; por lo que las juzgadoras no tienen que aguantar “tantita” violencia, sino ponerle un alto total, porque esta unión disminuirá la discriminación que han padecido y que sean estereotipadas en el ámbito judicial.

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