Ciudad de México. Hay una carga eléctrica en estos partidos, un derroche de color, ruido y energía. Cada Pumas-Cruz Azul es un espectáculo en sí mismo. Se le atribuyen propiedades con un significado superior al de otros de menor cartel, porque sus consecuencias dejan huella en el devenir de cualquier equipo. Los números señalan que las ligui-llas nada tienen que ver con la fase regular, pero La Máquina reafirmó los porqués de su calificación directa y anticipada. Ganó 2-0 en el estadio Olímpico Universitario y dejó a los de la UNAM contra las cuerdas, en la ida de los cuartos de final de la Liga Mx.

En medio de una contingencia ambiental atmosférica por ozono, todo el despliegue de fuegos artificiales, juegos de luces y banderas del mismo color mostraron la esencia de esta clase de escenarios en el futbol. Se recomienda posponer las actividades al aire libre, deportivas, culturales o espectáculos masivos, informó en un boletín la Comisión Ambiental de la Megalópolis, aunque muy pocos de los 40 mil 418 aficionados que se dieron cita se enteraron.

Ya desde horas antes al encuentro, era difícil ver bien desde las gradas. Había gente parada en los pasillos y sobre los túneles de entrada. Si alguien quería ver alguna jugada en ataque, tenía que incorporarse o ponerse de puntitas sobre el cemento. Sólo de esa manera algunos lograron ver el gol de Ignacio Rivero (26), cuya mayor virtud fue seguir la jugada en la que el portero Julio González salió mal por la pelota para rematar al primer poste, en medio de una perdida zaga universitaria.

Calor y hielo

Si la Ciudad de México marcó un récord de temperatura máxima al registrar 34.3 grados centígrados, el gol de Rivero fue para Pumas una enorme caja de hielos. Estaba por cumplirse la media hora del juego cuando La Rebel, principal grupo de animación de los auriazules, empezó a gritar con estruendo ¡Daaale, Puuumas, dale dale ooooh! El técnico Gustavo Lema lo escuchó al igual que sus dirigidos, pero La Máquina, que defendió sin enredos ni malas artes, volvió a hacer daño en el momento justo.

Esta vez lo que marcó diferencia fue el talento de Rodrigo Huescas, quien dejó atrás con su velocidad a por lo menos tres elementos universitarios y, justo en el borde de la media luna, retrasó la pelota para que Lorenzo Faravelli definiera el 2-0 de derecha (57). El mediocampista uruguayo tuvo la complicidad de un desvío del joven Jesús Andrés Rivas, con el que el portero González no pudo seguir la trayectoria de la pelota. No faltaron las expresiones de júbilo, los puños cerrados, los baños de cerveza y un ¡Azuuul, Azuuul! que sometió a los rivales a ser meros espectadores.

La Máquina pudo hacer del partido de ida una noche consagratoria en los minutos finales. Sin embargo, las fallas de Uriel Antuna, Nacho Rivero y Ángel Sepúlveda en tres manos a mano con el portero permitieron a los felinos seguir con vida en la eliminatoria, aunque obligados a ganar por más de dos goles el domingo en el estadio Ciudad de los Deportes. En su primera liguilla en el futbol mexicano, el argenti-no Martín Anselmi se propuso sa-lir de CU con el arco en cero. Después de algunos pasajes de máxima tensión, el primer objetivo de su equipo está cumplido.  

Para los de la UNAM, en cambio, lo que queda es pensar en una hazaña. Algo que cambie la decepción de miles de personas que desafiaron la mala calidad del aire y las altas temperaturas para alentarlos.

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