The The es una banda ícono de los 80 creada por Matt Johnson, quien durante 25 años fluyó en el bajo perfil y sin editar disco.

El pasado viernes salió a la luz Ensoulment, un álbum nuevo con canciones de amor, sexo, guerra, política, la vida y la muerte, hasta el significado de lo que es ser humano en el siglo XXI, como publicó Johnson en sus redes.

Antes del lanzamiento, el frontman del grupo invitó a The Independent a su local para hablar de este suceso para los amantes del disco, asícomo de su experiencia, cercana a lamuerte, la hipsterificación y la búsqueda de fe en lugares inesperados.

A su lugar se entra por una puerta sin señalizar a la izquierda de la entrada oficial. Se atraviesa un espacio de hormigón y se suben unos escalones. Se pasa una puerta y se entra en una habitación repleta de cajas, maletas y carpetas, y luego se sube una escalera de caracol hasta otra habitación, que está llena de guitarras, amplificadores, discos y cedés. Está un poco menos desordenada.

Todo se va poniendo más ordenado cuanto más subimos, dice el Johnson, de 63 años.

Otra escalera de caracol lleva al cuarto piso, que da paso a una casa. Las pilas ahora son de libros y los estantes están llenos de ellos. Se supone que todo el lugar se extiende más arriba, porque tiene que dormir en algún lugar. El sitio, en Shoreditch (este de Londres), ha sido el lugar de trabajo y hogar del músico durante más de cuatro décadas.

Johnson ha sido la única constante de The The, que ha funcionado como un colectivo; entre sus miembros, en distintos momentos, se en-cuentran el compositor Simon Fi-sher Turner, Johnny Marr (recién llegado de The Smiths) y la ex bajista de David Bowie, Gail Ann Dorsey.

Actualmente, Johnson tiene una banda de cuatro integrantes que lo respaldan. A principios de los 80, fue conocido por un par de magníficos éxitos: la melancólica, pero alentadora joya del synth-pop, This Is the Day y Uncertain Smile, canción pop de guitarra sicodélica. Luego, en 1986, en su segundo disco, Infected, Johnson resurgió como un profeta de la catástrofe. Su primer sencillo, Heartland, retrataba una Gran Bretaña de centros comerciales apestosos antes de su repetida conclusión de que era el estado número 51 de Estados UnidosInfected consolidó la imagen de Johnson como el presagio de la fatalidad del pop.

Probablemente yo mismo creé este problema, dice Johnson. Me ven como un compositor político, aunque escribo sobre el amor, la vida y la pérdida. El problema con la política es que puede ser demasiado específica y parece un sermón, lo cual no era mi intención.

Proyectos inusuales

Durante un cuarto de siglo, no ha habido ningún álbum de canciones nuevas de The The, ya sean políticas, personales o de otro tipo, sólo proyectos paralelos extravagantes e inusuales que apenas buscan una audiencia. Ahora hay un dico hermoso y tierno en el que el amor y la pérdida son predominantes. Es de guitarras, tanto acústicas como eléctricas, y de estados de ánimo cambiantes. La presencia de Barrie Cadogan como guitarrista y coautor podría hacer que uno espere una repetición del estado de ánimo de Mind Bomb, el álbum de 1989 con Johnny Marr a bordo, pero tiene un sonido más atemporal.

Las canciones más impactantes son Linoleum Smooth to the Stockinged Feet, escrita después de que Johnson ingresara a un hospital al comienzo de la pandemia de covid para que le extirparan un absceso faríngeo de la garganta.

Jonhson recuerda ese tiempo en una sala oscura sin visitas, con frío y confusión. En realidad, tal vez he muerto, ironiza. Pensé que eso era lo que había sucedido. Estoy muerto. Ahora estoy en esa sala de espera entre el cielo y el infierno. Estaba decidido a sacar algo de provecho de ello. Parte de mi instinto me decía que tenía que mantener el sistema linfático en movimiento, así que bebía mucha agua, me movía y eliminaba el veneno. Tenía las medias quirúrgicas puestas, la bata y el suero, y caminaba por pasillos oscuros. Escribió sus ensoñaciones nocturnas alucinógenas y terminó escribiendo una canción, aunque con un precio. Sin duda no es algo por lo que quiera volver a pasar, recuerda.

No pudo cantar durante seis meses (la primera vez que lo hizo fue en una fiesta de karaoke) y tardó en recuperarse. En ese momento, él y su familia se habían mudado. Pero los pocos meses que estuve con mi hijo más pequeño, simplemente paseando, caminaba muy lentamente, cogidos de la mano; me sentí muy feliz y vivo, afirma.

La muerte ha ocupado un lugar destacado en la vida de Johnson. Su hermano Eugene falleció en 1989. Otro, Andrew, en 2016, eso lo llevó a volver a componer. Y luego, justo cuando The The comenzó a tocar en vivo de nueva cuenta, su padre, Eddie, legendario propietario de un pub de Londres y héroe de Johnson, falleció.

Cuando el Soho era pobre

Autodidacta de clase trabajadora a la antigua usanza, del tipo que el pop británico solía producir a raudales, sin estudios de bachillerato ni licenciatura, pero con una mente que no se queda quieta y una sed de ver el mundo a su manera, Johnson surgió en un Londres sucio y grasiento de finales de los 70, cuando el Soho todavía era peligroso y la ciudad pobre.

Vive en el este de Londres no porque quiera pagar más de la cuenta por un café, sino porque es su barrio. Señala con consternación el horizonte urbano, por la forma en que éste bloquea la luz y oscurece los edificios antiguos. Él ha sido un integrante activo del consejo local contra el desarrollo desenfrenado.

Durante el día es mejor, considera. Hay bastante movimiento. Pero la noche es el problema, por todos los clubes nocturnos. Tienes a turistas borrachos que llegan a la zona y sólo orinan y vomitan. Pasamos de tener 15 a 350 bares.

Fe no religiosa

En la actualidad, se dice bastante optimista. Las muertes en su familia lo han ablandado. Tiene más fe en la naturaleza humana y esperanza en el mundo de lo que sus canciones –y su severa voz de barítono– podrían sugerir.

–¿Tiene fe? –se le pregunta.

–¿Te refieres a la fe religiosa tradicional? No –responde.

–¿Y qué hay de la fe en algo más grande? –se le insiste.

–Bueno, podrías llamarla una fe ciega, una fe irracional, pero ciertas cosas mágicas han sucedido en mi vida –acepta–. No es algo que pueda intelectualizar o racionalizar.

En los años 80, Johnson pasó un tiempo en Nueva York, un periodo de su vida que describe como una neblina de drogas y alcohol.

–¿Participó alguna vez en algún programa de 12 pasos, esos que suelen girar en torno a un supuesto poder superior?

–Sí, en Nueva York, y debo decir que encontré una sinceridad increíble en su interior. Más que en cualquier otra iglesia a la que haya ido. En realidad, me pareció bastante emotivo. Había tanta vulnerabilidad y honestidad entre la gente, me pareció conmovedor. Era todo lo que probablemente debería haber sido una iglesia en términos de sinceridad y calidez y gente que realmente intentaba ayudarse entre sí. Fue una experiencia muy poderosa.

Johnson creció obsesionado con la música. El pub Two Puddings, que su padre Eddie dirigió, acogía a grupos, por lo que creció inmerso en la música, cautivado por su supuesto poder para transformar vidas y alterar el destino.

Ahora es más consciente de su lugar en el orbe. “Crecí creyendo que la música podía cambiar el mundo… Ya no tengo esa idea. Creo que la cultura pop son las hierbas y las especias en el plato; la nutrición principal la proporcionan los ingenieros del mundo y las enfermeras, y las personas que hacen los trabajos adecuados. Todo lo que hacemos es proporcionar un poco del sabor”.

Ensoulment se consigue en EarMusic

© The Independent

Traducción: Juan José Olivares)

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