El coreógrafo Gerardo Sánchez, quien se resistía a crear unísonos en sus piezas porque nadie se mueve igual, encontró que la música tiene un impacto profundo en nuestro cuerpo y nuestra mente, e influye en nuestra respuesta emocional.

Para mostrar el poder y el uso de la música, Sánchez creó la pieza Concerto Grosso. Sobre la pena y la vergüenza, con música de Vivaldi, donde de manera metafórica, los cuerpos se transforman en violines, pianos y violonchelos, y los sonidos habitan a los bailarines recorriendo desde sus huesos hasta la piel.

La obra, a cargo de la compañía Ictus Danza, se presenta este sábado y domingo a las 19 y 18 horas, respectivamente, en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes (avenida Río Churubusco 79, esquina calzada de Tlalpan).

En entrevista, el coreógrafo comentó que en la obra se muestra “la manipulación que nosotros podemos ejercer hacia nuestro propio cuerpo y hacia el cuerpo del otro”, y destaca que los bailarines en su ejecución “pasan por muchos círculos emotivos”.

La idea del director de orquesta en la pieza se devela como la máxima autoridad que tiene la facultad de transgredir en todos los aspectos de las personas que se encuentran por debajo de su jurisdicción.

 

 

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