París. Los sindicatos agrarios españoles anunciaron que se unirán al movimiento de protesta que vive Europa, sobre todo Francia, donde los agricultores mantuvieron este martes el bloqueo de varias autopistas de acceso a París antes de los nuevos anuncios del gobierno.

Cada país enfrenta sus propias dificultades, pero todos coinciden en señalar las normas de producción en la Unión Europea y las importaciones de países de fuera del bloque como causas de una eventual caída de ingresos y de pérdida de competitividad.

La importación de “productos agrarios de terceros países a bajo precio que presionan a la baja los de la UE” son un caso de “competencia desleal”, advirtieron los sindicatos españoles ASAJA, COAG y UPA, en su llamado a protestas “en las próximas semanas”.

De visita en Suecia, el presidente francés, Emmanuel Macron, criticó a quienes “culpan” a la UE de todos los males, algo a su juicio demasiado “fácil”, y advirtió que muchos de los agricultores franceses no tendrían un salario sin la Política Agrícola Común (PAC) europea.

Pero en una mano tendida, reiteró su oposición al acuerdo comercial que negocia desde 1999 la UE y el Mercosur, al considerar que las normas de producción agrícolas de estas naciones sudamericanas “no son homogéneas” con las europeas.

El presidente francés, quien tiene previsto reunirse el jueves en Bruselas con la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abogó además por regular mejor las importaciones de pollo y cereales de Ucrania, país en guerra desde 2022 contra Rusia.

A pocos meses de las elecciones al Parlamento Europeo de junio, la ira agraria, que también vivió Alemania, Polonia, Rumanía, Bélgica e Italia, aumenta la presión sobre políticas del actual mandato como el Pacto Verde, que incluye medidas de transición ecológica del agro.

“Excepción agrícola francesa” 

En Francia, epicentro de las protestas, los agricultores movilizados desde el 18 de enero mantuvieron sus protestas, tras considerar insuficientes las medidas anunciadas el viernes por el primer ministro, Gabriel Attal, como la supresión de una tasa al diésel de uso agrícola.

A bordo de sus tractores, los agricultores mantuvieron cortada la circulación en varios puntos de Francia y bloquearon por segundo día consecutivo varias autopistas de acceso a París, donde montaron campamentos improvisados para pasar la noche.

“El bloqueo sirve para presionar al gobierno, que debe decidir si apoya a la agricultura francesa o si deja la puerta abierta a una producción extranjera, que no cumple las normas”, aseguró Stéphanie Guicheux, una agricultora de 34 años, en la autopista A13 cerca de París.

Desde el sur del país, también avanza un convoy de 200 tractores que partió la víspera de Agen rumbo al mercado mayorista de Rungis, cerca de la capital, uno de los más grandes del mundo, con el objetivo de bloquearlo a llamado del sindicato Coordinación Rural.

Las autoridades desplegaron un importante dispositivo de seguridad para impedir esta acción, que no cuenta con la unanimidad del movimiento agrario. “Nuestro objetivo no es matar de hambre a los franceses”, advirtió Arnaud Rousseau, líder del sindicato mayoritario FNSEA.

Ante la Asamblea (cámara baja), Attal homenajeó a los agricultores y pescadores que “trabajan día y noche para alimentar” a los ciudadanos, reclamó una “excepción agrícola francesa” y anunció nuevas medidas, como el pago “para el 15 de marzo” de las ayudas agrícolas previstas en la PAC.

Sin dar más detalles, Attal también habló de un refuerzo de las ayudas fiscales a los ganaderos y de “un gran plan de control sobre la trazabilidad de los productos”. “Todo no podrá solucionarse en pocas semanas”, advirtió.

El gobierno francés enfrenta la presión del primer partido de oposición, la Agrupación Nacional (RN) de la ultraderechista Marine Le Pen, que encabeza los sondeos en Francia para las elecciones europeas.

 

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