Ciudad de México. Con alineación original, la banda chilena Los Tres: Angel Parra, Titee Lindi y Álvaro Henríquez, recogieron los pedazos, que por más de 30 años, desperdigaron en nuestro país con sus canciones guapas, elegantes y armónicas y puso a sus pies el Teatro Metropólitan, con un público irreductible que llegó dispuesto celebrar el eterno retorno de Los Tres, que siempre es/será una fascinante maravilla.
La ristra de canciones imperecederas comenzaron con la cuarteta integrada por Sudapara, Gato por liebre, Hojas de té y La Torre de Babel que puso en su justo punto el recital que a partir de ese momento se abalanzó para no decaer del punto máximo, a pesar de las serias carencias de sonido que no dejo disfrutar a plenitud la voz de Henríquez.
Siguieron De hacerse, silencio y Cerrar y abrir, una triada bien ejecutadas, la última de éstas fue algo tan luminoso que la marea de público se fundió en un coro de cuatro mil voces, donde al mismo tiempo era audiencia.
El músico mexicano Meme del Real salió al escenario haciendo reverencias a los músicos andinos al tiempo que el respetable hizo lo propio con Meme. Cantó Olor a gas, celebrada a todo lo alto, después de varias canciones más donde sobresalió el “cóver a Café Tacvba”, Déjate caer, dijo genuinamente Álvaro Henríquez aunque el sagaz público sabe de sobra que es composición de Los Tres, salió el segundo invitado Rubén Albarrán para cantar Amor violento, algunos aprovecharon para ir al baño mientras otros se quedaron a festejar al músico también de Café Tacvba. Inmediatamente después salió el tercer invitado del concierto Gepe, para cantar Moizefala que terminó alcanzar el momento que se pensaba fue el pináculo del concierto, pero lo mejor llego al último cuando Los Tres con sus tres invitados volvieron por segunda vez al escenario para repetir Déjate caer, en versión Café Tacvba.
Concierto-gozo sintetizado en la taquillera del Metro Tacubaya, Marilú: “Nadie me quiso acompañar, así que compré mi boleto y me vine sola”. Y específicamente en la sicóloga chilena Elisa, quien acompañada con cinco de sus coterráneos, quien gozó cada estrofa, cada acorde, cada estribillo hasta la barbaridad, contagiando a varias hileras de asistentes porque “todos los noventa me acompañaron en mi juventud”, pasión sintetizado en lo que dice un poeta estadunidense: “…no hay retorno, amigo/y lo que es peor/ni deseo de retornar”, y con Los Tres pasa exactamente eso.