Ciudad de México. Por las dimensiones de los cargos en juego, los comicios de junio serán una verdadera disputa por la nación: la Presidencia, el Senado y la Cámara de Diputados en el plano federal; nueve gubernaturas, todos los congresos estatales, a excepción de Coahuila, y las presidencias municipales, salvo las de Durango y Veracruz. En suma, 19 mil cargos a elegir que reconfigurarán el mapa político del país.

Con una añeja tradición presidencialista en México, Palacio Nacional concentrará la atención de los electores y en gran medida influirá en el rumbo de los otros cargos a elegir. A partir de las disposiciones legales, el INE fijó un tope de gastos de campaña para las candidaturas presidenciales de 660.9 millones de pesos, cifra que duplica el que se ejerció en 2012, que fue de 328.6 y representa 50 por ciento más que en 2018.

En el ajedrez político que representará el proceso electoral, Morena pondrá en juego algunas entidades bajo su mando, principalmente la Ciudad de México, que en los comicios intermedios partió en dos enclaves políticos la capital del país. Además, se jugará otras entidades con nutrido número de votantes: Veracruz, que hace seis años le arrancó al PAN, de la misma forma que Puebla; Morelos, que le arrebató al PRD al igual que Tabasco, y Chiapas, que gobernaba el Partido Verde.

Por lo que hace al PAN, en dos de sus últimos bastiones que le restan: Yucatán y Guanajuato, se renovará el gobierno. Finalmente, Jalisco, será otra de las entidades en disputa, gobernado ahora por MC, que se juega gran parte del destino de su elección, pues fue el origen de su crecimiento electoral, pero ahora es la muestra clara de las fisuras en su interior, con el claro distanciamiento del gobernador, Enrique Alfaro, de la cúpula emecista.

Considerado por López Obrador como estratégico para potenciar la continuidad de la transformación, la disputa por el Congreso será clave en el destino no sólo de sus últimas iniciativas de reformas constitucionales, sino fundamental para la gobernabilidad de la próxima administración. Incluso en su apuesta, podría ser un factor en el futuro del Poder Judicial, pues del resultado puede derivarse la renovación de esa instancia.

En este periodo, el crecimiento de votantes pasó de 89.1 millones en 2018 a 98.9 millones que podrán votar en 2024.

A partir de 2018, con el triunfo de López Obrador en la Presidencia, empezó una acelerada reconfiguración del mapa electoral, que coloca los comicios de 2024 en un escenario radicalmente distinto, a partir de la nueva fuerza de cada partido. En ese año, antes de la elección presidencial, el PRI gobernaba en 14 entidades y el PAN, tenía bajo su control 12. En tanto que Chiapas estaba en manos del PVEM, entonces en la esfera del peñismo, y Michoacán, del PRD.

En estos seis años, el colapso electoral del Prian se ha correspondido con la irrupción de Morena, que ahora gobierna 21 entidades, incluidos bastiones históricos de sus opositores (estado de México, Hidalgo, Campeche, desde siempre gobernados por el PRI; Baja California, con tres décadas de dominio blanquiazul y una más en alianza con el PVEM (San Luis Potosí), lo que da cuenta de su implantación territorial a nivel nacional.

El ascenso de Morena también se ha reflejado en el control de la mayoría de los congresos estatales, pues en la actualidad 19 de ellos tienen mayoría morenista en coalición con sus aliados. En alcaldías, el dominio no es tan acentuado, pues gobierna sólo en 11 capitales estatales, así como en ciudades como Juárez, Tijuana, Mazatlán, Acapulco, Cancún y Nuevo Laredo.

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