México tiene fama de ser un país generoso, que da todo de sí mismo, y lo ha demostrado en medio de las grandes tragedias naturales como terremotos y huracanes. El mexicano es capaz de quitarse la camisa para dársela al más necesitado, y su gesto conmueve. Dalia Rangel me cuenta que en diciembre, cuando empezaban las posadas, su mamá se fracturó la mano izquierda y tuvieron que operarla el 31 de diciembre. La señora Rosa se recupera ahora en su casa, pero a ambas les queda una preocupación, encontrar donantes de sangre.
–¿Pero tu mamá necesita transfusiones o por qué buscas donadores de sangre?
–Ay, doña Elena, es como un requisito cuando a uno lo operan en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo llaman donación de reposición
; la trabajadora social nos dijo que no es porque mi mamá lo necesite, sino porque esa sangre se queda en el Banco de Sangre para cuando a alguien le haga falta.
–¿Es muy difícil donar?
–No, lo difícil es encontrar a alguien que tenga la buena voluntad de hacerlo. A nosotras nos pidieron cuatro donadores y llevamos dos. Hace medio año mi mamá tuvo otra cirugía y, en esa ocasión, también nos pidieron cuatro; por fortuna conseguimos cinco, pero hay personas que no cumplen con ese requisito y si, por ejemplo, se les revienta el apéndice y tienen que operarlos de emergencia, la cantidad de donadores aumenta; se acumulan con los primeros que no llevó.
En 2023, se registraron, aproximadamente, un millón 600 mil donaciones de sangre; de ellas, 8.3 por ciento fueron voluntarias y altruistas, y 91.7 por ciento por reposición; es decir, que estas donaciones son de familiares o amigos del paciente.
–¿Por qué hay tan pocas donaciones?
–Quién sabe. Yo intenté. Hice mi ayuno de cuatro horas, dormí bien, comí bien y aún así no pude hacer la donación para mi mamá; me dijeron que llevaba la presión baja y era riesgoso para mí, que me podía desmayar a medio camino.
La sangre es un líquido vital y no es posible fabricarla. México tiene 556 bancos de sangre que reciben, entre todos, menos de 5 mil donaciones al año. Dalia me enseña el folleto que le dieron en el hospital: Ser mayor de 18 años. Pesar más de 55 kilos. Haber dormido ocho horas. Ayuno de cuatro horas. No haber ingerido ningún medicamento al menos siete días antes de la donación. Estar en buen estado de salud. No tener tatuajes, perforaciones o cirugías con menos de un año de realizadas.
–¿Pueden donar las personas con tatuajes?
–Sí, sí pueden. Sus tatuajes deben tener mínimo un año de habérselos hecho, también las perforaciones y cualquier cirugía. Cuando uno llega al Banco de Sangre, le toman los signos vitales, después te pasan a otra área donde te sacan dos tubitos de sangre para analizar que estás sano; ese el primer filtro, porque ahí los médicos se dan cuenta si uno lleva la presión baja por el ayuno; entonces, te mandan a tomar café o jugo para compensar el hambre y que suba la glucosa, pero también los médicos se dan cuenta si uno lleva el colesterol alto o si tiene alguna infección que impide que la sangre sea la indicada. Lo pasan a uno con un médico que hace una consulta rápida y explica por qué sí o por qué no se puede donar; ya le digo que si uno se presenta enfermo o a punto de enfermarse, lo rechazan, pero si está sano, el médico explica el procedimiento para la extracción de sangre y se firma una carta de consentimiento. Además, hay que responder un cuestionario para saber si uno es un donador seguro.
–¿Qué te preguntan?
–Si uno consume drogas, si ha recibido transfusiones, si ha tenido prácticas sexuales de riesgo, si tiene cirugías, tatuajes o perforaciones.
–¡Ay, oye, se meten hasta la cocina! Pero alguno muy vivo puede echar mentiras.
–Sí pueden mentir en los cuestionarios, pero le digo que analizan la sangre antes de pasar con el médico y esos análisis no mienten, porque ahí se dan cuenta de muchas cosas.
Dalia me habla como toda una experta acerca de la donación de sangre y pienso que ella debería encabezar una campaña para que los jóvenes se acercaran a donar.
–¿Hay que tener mucho amor por el género humano para donar sangre?
–Sí, buena voluntad y buena salud. Cuando uno pasa al área de sangrado, creo que así se llama, le ponen las mangueritas esas que se conectan a la bolsa que uno tiene que llenar. No crea que duele, eso de donar sangre es rápido, se llenan dos bolsitas, usted reposa un poquito en la camilla para no caerse y después la mandan a desayunar porque hasta eso dan, un rico desayuno para aguantar el regreso a casa: un sándwich, jugo, fruta y un dulce. Yo sólo he donado sangre, pero también se pueden donar plaquetas, uno de los componentes de la sangre, pero ahí casi siempre pasan los hombres, me imagino que porque sus venas son más gruesas; ahí el proceso tarda como cuatro horas, porque sacan la sangre, separan las plaquetas y regresan la sangre a su dueño por medio de una sonda.
La sangre se compone de plasma, que es la parte líquida y tiene agua, sales, nutrientes y algunos deshechos; los glóbulos rojos o eritrocitos son las células que transportan oxígeno a los tejidos del cuerpo; los glóbulos blancos o leucocitos forman parte de nuestro sistema inmune, son los que ayudan a combatir infecciones y enfermedades; las plaquetas son las que ayudan a cicatrizar las heridas, como cuando nos cortamos.
–Sabes muchísimo, Dalia.
–No, nada más lo que he aprendido de las veces que he sido donante de sangre. Los hombres pueden donar sangre hasta tres o cuatro veces al año; debe haber tres meses de diferencia entre cada toma para darle oportunidad al cuerpo de reponerse; en cambio, las mujeres podemos donar nada más tres veces al año, debido a que también perdemos sangre con la menstruación. Los que donan plaquetas sí pueden ir más seguido, cada dos semanas, porque esas se recuperan más rápido.
–¿Y uno puede ir al Banco de Sangre y extender el brazo para donar y ya?
–Antes tenía uno que formarse, la espera era larga, pero en el Banco de Sangre del IMSS ya se puede sacar una cita por Internet. Uno llega unos 15 minutos antes de la hora y lo atienden, pero si las enfermeras ven que hay un donador que no pide nada a cambio, un donador altruista, lo atienden antes que a los demás. Es su forma de reconocer esa acción noble, porque los otros que esperamos somos donadores de reposición, es como si pagáramos la cirugía de nuestro familiar con nuestra sangre, pero es feo decirlo así.
“Yo dono cada vez que puedo. ¿Qué tal que un día necesito sangre y no hay? ¿Qué tal que con mi donación estoy ayudando a otra persona a vivir un poquito más? Nunca se sabe…”
Finalmente, sólo sabemos que no sabemos nada, pero a lo largo de los años ha sido una enorme motivación toparse con la generosidad de muchos mexicanos totalmente desinteresados.