Moscú. Un día después de conocerse que un avión de pasajeros de Azerbaiyán se estrelló en territorio de Kazajistán del otro lado del mar Caspio, aún se desconoce la causa de la tragedia aérea que segó la vida de 29 personas, si bien cobra fuerza la versión extraoficial, difundida por la agencia Reuters que cita a cuatro fuentes anónimas azeríes, de que pudo haber sido derribado a consecuencia del impacto de un misil tierra-aire del sistema Pantsir-S ruso durante un ataque ucranio contra el aeropuerto de Grozny, capital de Chechenia.

Con base en las imágenes disponibles y las opiniones autorizadas más sensatas de expertos que han estudiado tragedias similares, estas serían –en apretada síntesis– las fases de esta catástrofe aérea:

El vuelo 8432 del Embraer E190, de fabricación brasileña, que pertenecía a la compañía Azerbaiyán Airlines (AZAL) y hacía la ruta regular de Bakú, capital azerbaiyana, a Grozny, capital de Chechenia, del Cáucaso del sur al del norte, se dispuso a aterrizar en su destino, que coincidió con un ataque de drones ucranios contra el aeropuerto checheno, lo cual afectó los sistemas de navegación del avión por los recursos de lucha electrónica que apagaron o distorsionaron los GPS.

La aeronave de AZAL, según las filtraciones de las conversaciones de los pilotos y el personal de tierra, así como testimonios de supervivientes, solicitó tres veces un aterrizaje de emergencia en Grozny ante las dificultades técnicas que estaba experimentando y se le negó por “empeoramiento repentino del clima”. Los pilotos dirigieron el avión hacia Majachkalá, capital de Daguestán, pero tampoco pudieron obtener autorización para aterrizar, alegando la misma razón del “mal tiempo”.

El avión siguió volando sin saber a dónde en busca de un aeropuerto dispuesto a recibirlo y, sin ser avisado, sobrevoló la zona de mayor riesgo debido a que los sistemas de defensa antiaérea rusos se activaron para intentar derribar los drones que se dirigían hacia Grozny, que se encuentra a 900 kilómetros de la frontera con Ucrania.

De los orificios que se pueden ver en el fuselaje del aparato siniestrado –gracias a los videos que “un reportero improvisado”, entre los miembros de los servicios kazajos de rescate, pudo subir a Internet–, los expertos concluyen que un proyectil del sistema ruso Pantsir-S estalló cerca del avión, dañando con la metralla su parte trasera, lo que provocó la descompresión de la nave, pero no su desplome inmediato.

Los pilotos posiblemente ni se enteraron de que un misil tierra-aire ruso impactó el avión de refilón y, ante la negativa de los aeropuertos más cercanos, se enfilaron hacia el otro lado del Caspio con la intención de aterrizar en Aktau, en el occidente de Kazajistán.

Tras efectuar una maniobra similar a un ocho, al intentar poner el aparato en tierra, éste se estrelló y partió en dos, la parte delantera se incendió, causando la muerte de las 29 personas, incluidos los pilotos, y en la trasera sobrevivieron los 38 pasajeros que iban ahí, con diferentes grados de lesiones.

El presidente azerí, Ilham Aliyev, estaba volando hacia Moscú cuando ocurrió la tragedia y ordenó dar media vuelta y regresar a Bakú para encabezar el duelo nacional por las víctimas de la tragedia aérea.

Miembros de su entorno filtraron a Reuters y otras agencias noticiosas internacionales que el avión se desplomó tras ser impactado por un misil ruso del sistema Pantsir-S.

Para el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, “sería un error adelantar hipótesis antes de que se conozcan los resultados de la investigación (a cargo de los kazajos). No lo haremos y nadie debería hacerlo, hay que esperar que los investigadores concluyan su labor”.

El viceprimer ministro de Kazajistán, Kanat Bozumbayev, quien preside la comisión gubernamental que investiga las causas de la catástrofe aérea, dijo que “al día de hoy (jueves) no podemos ni confirmar ni desmentir ninguna de las versiones que circulan. La investigación continúa”.

 

 

 

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