A solo un paso de distancia, dos jóvenes: un seguidor de Caifanes y un expendedor de cerveza, entregados en cantar a todo pulmón Aviéntame, sin que nada ni nadie a su alrededor los sacara del trance musical en el que se habían sumergido.
No fue sino hasta que terminó la emblemática rola, cuando el fan gozoso abrió los ojos y dejó de moverse, mientras el otro joven -quien saltaba con su charola vacía- salió de su introspección al grito de: “¡compañero, te están llamando!”. Entonces tuvo que correr para surtir de nuevo el recipiente y continuar recorriendo los pasillos y repartir la bebida entre las butacas del Palacio de los Deportes. Su momento de éxtasis había terminado.
La noche del sábado, en el último concierto del año de Caifanes, no faltó la magia ni la energía que se genera por la comunión entre los músicos y sus miles seguidores. Fue una velada poderosa y de diversas emociones, pues Hernández compartió escenario con su hija Zoey, quien interpretó Ayer me dijo un ave y No dejes que, mientras Mariano Herrera, descendiente del reconocido saxofonista y tecladista Diego Herrera también se sumó al concierto generacional, porque no solo fue de la audiencia, sino de la unión de dinastías de músicos.
Aunque no pudo asistir Julián, quien tuvo un maestro en su padre Alfonso André, sí se sumó al ritual Cecilia Toussaint, quien junto con Hernández cantó Para que no digas que no pienso en ti y Voy detrás de ti. Al final, la intérprete roquera apareció con Zoey y Saúl en el escenario y se escuchó Afuera, la cual también fue multi celebrada.
Saúl Hernández pugnó porque terminen los feminicidios, “cuyo índice aumenta de manera escalofriante”; alzó la voz de manera indignada contra los asesinatos de periodistas, la desaparición de estudiantes y “por el asesinato de fauna por personas contratadas a causa del Tren Maya”.
El cantante y compositor recibió en un inicio a sus fieles: “El aplauso es para ti raza no para Caifanes; eres espectacular. Cerramos un año hermoso con este concierto, lo hicimos juntos, gracias a ti este sueño sigue vivo, fuerte, poderoso y falta mucho para que termine”.
Después animó a toda su audiencia, que no dejaba de gritar su nombre, ni de aplaudirle: “Lo que hagamos ahora en la tierra, tiene que ser algo bien chingón, raza, porque cuando el eterno nos reciba con los brazos abiertos, orgulloso, de que dejaste huella y un recuerdo para el futuro bien cabrón. Esa es la misión de todos”.
Fue una noche de frenesí, magia y expectación, donde se reafirmó que la banda surgida en 1987 es una leyenda del rock, cuyo histórico legado es reconocido no solo por quienes los siguen desde sus inicios, sino por las nuevas generaciones que descubren un sello musical imperecedero, atemporal y con canciones que se han convertido en himnos.
Caifanes cerró con broche de oro un exitoso año en el Domo de Cobre, que incluyó fechas en el país y en el extranjero, con taquillas agotadas, como en el Auditorio Nacional, el Estadio GNP Seguros y ahora en el Palacio de los Deportes, por mencionar algunas de las presentaciones con sold out; además, el vocalista también fue ingresado al Salón de la Fama de los Compositores Latinos, en ceremonia realizada en Miami, hace unas semanas.
En el cierre de 2024, Saúl Hernández, Diego Herrera, Alfonso André, Marco Rentería y Rodrigo Baills, acompañados -en algunos temas- por un ensamble de alientos-metales, reconectaron, como siempre, con una audiencia ávida de disfrutar con la banda sonora que ha marcado a diversas generaciones y épocas.