Moscú. Fiesta sagrada por el sacrificio que hubo que hacer para derrotar a los agresores hitlerianos, los rusos celebraron este jueves el 79 aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, como se denomina en este país la Segunda Guerra Mundial.

Siguiendo la tradición se llevó a cabo un desfile militar en la Plaza Roja de la capital rusa, con cerca de 9 mil soldados y oficiales, pero esta vez –la tercera desde que comenzó la “operación militar especial” en Ucrania– la exhibición de armamento resultó más breve que en ocasiones anteriores, no participaron tanques (salvo uno, un simbólico T-34, de mediados del siglo pasado) ni las armas más novedosas del ejército ruso, entre otras los misiles hipersónicos que las autoridades califican de “invencibles”, aparte de tan sólo tres vehículos especiales para infantería Bumerang.

Cerraron la muestra de armas los misiles balísticos intercontinentales Yars, que forman parte del arsenal estratégico de Rusia, que el presidente Vladimir Putin, en su breve discurso antes del desfile, dijo que siempre están en estado de alerta, listos para responder cualquier eventual agresión.

Putin, quien estuvo acompañado en la tribuna por nueve jefes de Estado –seis de países ex soviéticos (Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), así como Cuba, Guinea Bissau y Laos; cinco de ellos, asistieron también a la cumbre dedicada al décimo aniversario de la Unión Económica Euroasiática, en calidad de miembros y observadores– criticó el revanchismo de Occidente, los intentos de distorsionar la “verdad de la (segunda) guerra (mundial)” o de justificar “a los actuales continuadores del nazismo”.

El titular del Kremlin señaló que “hoy la civilización de nuevo se encuentra en un momento decisivo: contra nuestro país se desató una auténtica guerra” y ofreció que Rusia hará todo lo posible por evitar una nueva conflagración mundial, pero no permitirá ninguna amenaza a su seguridad.

El anfitrión y sus huéspedes foráneos colocaron una ofrenda floral ante la Tumba del Soldado Desconocido, junto a las murallas del Kremlin. El mandatario ruso también se reunió por separado con sus invitados.

En su encuentro con Miguel Díaz-Canel, el presidente cubano, Putin dijo que “nuestras relaciones con Cuba siempre se han basado en un sentimiento de amistad y respeto recíproco”.

Por este motivo, “nos causan invariable rechazo y apoyo al pueblo cubano los intentos que desde hace años sigue emprendiendo Estados Unidos para frenar el desarrollo de Cuba, para causarle daño económico mediante sanciones ilegales y restricciones de todo tipo, pero el pueblo cubano lucha contra esto durante décadas y sale adelante”, destacó el presidente ruso, de acuerdo con su servicio de prensa.

El Día de la Victoria es en Rusia, sobre todo, un día para recordar la hazaña de los antepasados y rendir tributo a los que ofrendaron su vida para vencer a los invasores nazis. El precio resultó altísimo: prácticamente en cada familia murió al menos un ser querido, en total 27 millones de vidas segadas (tanto de rusos como de otras nacionalidades de las repúblicas que formaban parte de la Unión Soviética), según las estadísticas oficiales más recientes.

Hasta hace unos años, cuando estaban vivos muchos de quienes contribuyeron a izar la bandera roja sobre la cúpula del Reichstag en Berlín, era una verdadera fiesta popular en las calles y plazas de Moscú y otras ciudades, donde los llamados “veteranos” se reunían para reencontrarse con sus compañeros de armas y recibir flores y otras muestras de afecto de sus conciudadanos más jóvenes.

Por comprensibles razones ­–suponiendo que un soldado, al cumplir los 18, se incorporó al ejército la víspera del Día de la Victoria en 1945, tendría hoy 97 años de edad–, quedan muy pocas personas que combatieron a los nazis en los campos de batalla.

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