El ímpetu y la resistencia latinoamericana relució con el legendario cantante Miguel Mateos, que, respaldado con sus 37 años de carrera musical, robó tiempo al aire para reafirmar su lugar como uno de los pioneros del ‘Rock en tu Idioma’ y, de paso, subrayar sus mensajes mientras hizo retumbar el Teatro Metropólitan.

La fiesta inicio con la rola Mi sombra en la pared, que fue recibida por un público alentado desde la segunda llamada, que aplaudió la llegada de la orquesta conformada por jóvenes músicos mexicanos.

Miguel Ángel Mateos Sorrentino intercaló el repertorio entre melodías vibrantes y algunas baladas pop; tal vez empático con la edad heterogénea de los 3 mil 500 integrantes de la audiencia pero, particularmente, con sus 70 años, pues “llevo 37 años de carrera y no me acostumbro a la altura del DF”.

Entre melodías como: Un mundo feliz, Perdiendo el control, Beso francés, Si tuviéramos alas y Hagamos el amor’, el cantautor llenaba de elogios al público mexicano y explicaba brevemente el significado de algunas de sus piezas, musicalizadas por la orquesta sinfónica de jóvenes mexicanos, dirigidos por el arreglista Edgar Ferrer, en colaboración con Gerardo Payán y Miguel Alonso Alcántara.

Dentro de los mensajes más emotivos llegaron antes de que Mateos interpretara Un gato en la ciudad y Tira para arriba. En el primer caso, opinó utópico que la inseguridad en las ciudades sigue siendo un tema pendiente, “que la democracia tiene que resolver”.

Además Mateos la dedicó a sus connacionales que resistieron a la dictadura militar entre 1976 y 1983, y, al entonarla, sus fanáticos lo bancaron agitando playeras en el aire. No es fortuito, la rola representó uno de los mayores éxitos del sudamericano en su país, animado por librarse recién de la asfixia dictatorial y con una juventud orgullosa de haber resistido.

El resto de las baladas del show sinfónico, montado especialmente para CDMX con 13 piezas en total, fueron las que más demandaron a los padres de familia, abuelos, hijos, nietos y todo tipo de asistentes a esta velada, pues gritaron, lloraron, saltaron y videograbaron Es tan fácil, Llámame, Atado a un sentimiento, Obsesión y Cuando seas grande.

Cuando las miles de almas estaban en el punto máximo, después de corear “nene, nene, nene qué vas a hacer” y corear porras de “ohe, ohe, ohe, ohe, Miguel, Miguel’, el Jefe del Rock en Español desapareció una primera entre las luces del inmueble inaugurado en 1943.

Sin embargo, el público siguió coreando ‘Miguel, Miguel’ deseoso de alargar el show, por lo que el ídolo intergeneracional no tuvo más remedio que salir de nuevo, aunque lo hizo solo acompañado de dos guitarristas.

Vieron que me puse de chico de la calle, ¿verdad?”, bromeó portando una playera -con símbolo de paz- y una gorra; vestuario contrastante con su el saco negro brillante que llevaba al inicio del show.

Entre pasos de baile mesurados, brincos, gestos con las manos para alentar las distintas zonas del público, movimientos suaves de cadera -porque es “lo más cerca que estoy del reggaeton”-, Mateos regaló a los chilangos cuatro canciones más para cerrar con ‘Lola’.

Esta última mezcló a la perfección la esencia del espectáculo, pues el argentino dejó el resto de su aire para tocar una afinada armónica; la dedicó contra el abuso infantil, pues contó se basada en una chica abusada de Ciudad Juárez que escapó de su hogar; y culminó diciendo, “padre violento, no abusa de un menor…¡ya saben lo que pienso!”.

 

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