En su novela El cielo prometido y el infierno tan temido (Ediciones BonArt, 2024), el historiador Carlos Martínez Assad busca las raíces de ese México vinculado con autores como Juan José Arreola o Juan Rulfo. “Esa provincia que tanto se menciona, sin embargo, de la que cada vez nos alejamos más ante la avalancha del mundo citadino, lo urbano, que resulta más atractivo para muchos escritores.

“Para mí, en cambio, es como refugiarse en esa provincia de Ramón López Velarde, de esos autores que resultan los clásicos de la literatura mexicana, no obstante que estos espacios están cada vez más apartados de los mexicanos actuales. Pese a todo, existe la contradicción, porque ahora volvemos a Pedro Páramo por medio de una película en streaming. Regresamos a estos lugares que están muy enraizados en la conciencia nacional; es decir, la búsqueda de lo que sucedía en ese ámbito del país, sobre todo en los años 50 y 60 del siglo pasado, definitivos en términos de los procesos que se viven en México.”

Sin embargo, continúa Martínez Assad, el poblado mencionado en la novela, San Pancho, es un lugar que se resiste al cambio, porque la Iglesia sigue marcando en mucho el ritmo de todo esto, desde películas que hay que ver o la educación que deben tener los niños. Ésta, entonces, es una novela que da una vuelta hacia ese mundo que parece perdido aunque no lo está tanto, porque, a final de cuentas, la del mexicano es una suma de identidades que aportan elementos a la formación de la conciencia nacional. No necesariamente una sola forma de percibir la realidad, sino varios elementos que confluyen, que construimos y reconstruimos constantemente.

Un niño que ha leído de más

El protagonista de El cielo prometido y el infierno tan temido es un niño de entre seis y 12 años, habitante en el Bajío mexicano, región de un catolicismo muy exacerbado, y de cómo se enfrenta a la enseñanza religiosa. Un pequeño con muchos temores respecto de lo que puede estar bien y lo que puede estar mal. Que ha leído de más, porque conoce la historia del Apocalipsis, lee los periódicos, ve lo que pasa en el mundo con el comunismo, porque es una época en la que está desatada toda la propaganda anticomunista; se confronta con la normalidad de ahora. A diario leemos acerca de guerras por todas partes, asesinatos masivos; sin embargo, las personas ya no se conmueven.

Ésta no es una novela, digamos, de acción. El autor no puede negar su interés por la historia, por la cultura, en un plano general. Quizás uno de los mayores problemas es cómo lograr que en el relato gane lo ficcional. La llamo novela, porque, sin duda, hay mucho de imaginación en el personaje, en lo que ve, que finalmente existió, o existe, para que se pueda ver el Guanajuato de los años 50, en particular. Pero, lo que era también el país, porque por medio de ese personaje infantil transcurre mucha de la vida nacional: la llegada de la televisión, la salida de los braceros, el recuerdo de los cristeros.

Desde su primera novela En el verano, la tierra (Seix Barral, 2014)–, el sociólogo e investigador ha evitado caer en estas fórmulas de un amor pasional. En el presente libro, “los personajes principales ni siquiera tienen nombre –las figuras más influyentes, sí–, porque al final es un retrato de la sociedad de esa época”.

Una serie de obras pictóricas, en especial de índole religiosa, tiene un papel en la novela. Es un azar que hubiera conocido de muy niño las pinturas de las que hablo. Las veía en las casas de los amigos de mis papás y me impresionaban. Eran casas de la vida cotidiana, pero tenían muchas de estas imágenes. Cuando Raquel Tibol u Octavio Paz hicieron famoso al pintor Hermenegildo Bustos (1832-1907), yo ya lo conocía desde hacía muchos años.

Martínez Assad, sin embargo, recupera al artista nativo de Purísima del Rincón, Guanajuato, para la actualidad como parte del ambiente de aquel entonces: rescato también el interés que tenía Bustos por la Semana Santa y todo lo religioso. Hacía máscaras para la representación de la Pasión. Se dice que diseñó varias de las que aún existen en este poblado.

El cielo prometido y el infierno tan temido será presentada en fecha por confirmar en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles (Francisco Sosa 202, Coyoacán).

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