Rio de Janeiro. Casi siete años después del asesinato de la concejal brasileña Marielle Franco, dos detenidos que reconocieron su participación, el atacante y un cómplice, comenzaron a ser juzgados el miércoles por un jurado popular en Rio de Janeiro.

“Hoy es el primer paso para la justicia, porque no podemos normalizar que ninguna vida sea segada de la forma en que nos arrebataron” la de Marielle, dijo su hija, Luyara, de 25 años, durante una emotiva concentración de unas 200 personas al exterior del tribunal para reclamar antes del juicio la condena de los acusados.

El 14 de marzo de 2018, esta carismática activista por los derechos de los negros y LGBT+ convertida en concejal de Río fue acribillada a tiros dentro de su vehículo. Tenía 38 años. Su chofer, Anderson Gomes, también murió en el atentado.

El asesinato conmocionó al mundo. Rápidamente, las miradas apuntaron al crimen organizado y la posible participación de milicias. Estos grupos parapoliciales siembran el terror en ciertos barrios y se apropian de terrenos públicos para levantar ilegalmente una fortuna inmobiliaria.

Nacida en una favela, Marielle Franco militó durante mucho tiempo contra la violencia policial y por los derechos de los habitantes de los barrios más pobres, en especial de los jóvenes negros, las mujeres y los miembros de la comunidad LGBT+. También se enfrentó a la acción de las milicias.

 

 

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