Moscú. La Navidad ortodoxa, que también se celebrará este martes bajo las bombas en la mitad oriental de Ucrania, estuvo precedida de días de intensos combates al sur de Pokrovsk en la región ucrania de Donietsk y en la región rusa de Kursk, inusuales para esta invernal época del año.

Habida cuenta de la forma en que las partes beligerantes exageran sus éxitos y minimizan sus retrocesos, así como invierten el sentido de lo que logra o pierde el enemigo, resulta muy difícil saber en realidad qué está pasando en esos dos sectores del frente ruso-ucranio desde el domingo y sólo podemos creer o no lo que afirma cada uno.

Así, Kiev sostiene que, desde cuatro direcciones distintas e incorporando reservas inesperadas, comenzó una contraofensiva en la región de Kursk, que este lunes logró avanzar poco más de ocho kilómetros hacia el poblado de Bolshoye Soldatskoye, al norte de Sudzha, la capital del distrito homónimo en manos ucranias desde agosto pasado.

Moscú reconoce a través de un comunicado del ministerio de Defensa que estos días hubo “un contraataque ucranio” que “fracasó” y se atribuye haber “aniquilado a la mayor parte” de los atacantes, habla de “cuatro tanques y 16 vehículos blindados destruidos por la artillería y la aviación rusas, así como más de 150 soldados muertos”.

Pero Rybar y otros canales de Telegram moderadamente críticos con  la posición oficial de Rusia aseguran que Ucrania obtuvo un “éxito táctico” y lamentan que todavía se mantiene el peligro. Estiman que tendrán que pasar varios días para determinar hasta qué punto se trata de una “nueva ofensiva” o de una suerte de “maniobra de distracción” para atraer tropas rusas de otros sectores del frente.

Hasta hace unos días, de modo extraoficial –las partes beligerantes no proporcionan este tipo de cifras– los analistas, con base en fuentes de inteligencia abiertas y fotografías satelitales, calculan que Rusia tenía en Kursk cerca de 50 mil efectivos y 10 mil soldados norcoreanos; Ucrania, alrededor de 45 mil militares.

Por este motivo, sorprendió a todos que las tropas ucranias pudieran avanzar en inferioridad numérica y, en verdad, aún no se sabe cuántas brigadas con armamento occidental suficiente y de dónde las sacaron para reubicarlas en Kursk, territorio internacionalmente reconocido como ruso que Moscú lleva meses sin poder recuperar.

Rusia, a su vez, asevera haber tomado el otrora bastión de Kurajove, que reducido a ruinas –después de meses de combates y bombardeos–, perdió su importancia estratégica como nudo logístico y de comunicaciones. La televisión pública de este país destacó en sus noticiarios como unos soldados colocaban una bandera tricolor rusa en algún sitio de Kurajove.

Ucrania, desde luego, aún niega haber perdido Kurajove y señala que el enemigo “está llevando a cabo operaciones de asalto en la zona urbana (de ese poblado), que son detectadas y neutralizadas por nuestro ejército”, pero es evidente que más tarde o más temprano su destino es caer causando el mayor daño posible a los atacantes, de acuerdo con la estrategia del mando militar ucranio.

En ese contexto bélico, llamó la atención la extensa entrevista de más de tres horas que concedió el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, a Lex Fridman, autor de un popular podcast, nacido en Rusia y emigrado a Estados Unidos siendo adolescente, en la que dijo que para él un primer paso hacia la paz sería un encuentro con Donald Trump, unos días después de que éste tome posesión de la Casa Blanca en Washington, el 20 de enero siguiente.

“Nos sentamos, en primer lugar con Trump. Nos ponemos de acuerdo con él sobre cómo se puede detener la guerra”, explicó y subrayó que, luego, es “muy importante que Europa tenga una voz” en el proceso y, sólo después, “hablaríamos con los rusos”.

Zelensky rechazó negociar primero con su colega ruso, Vladimir Putin, igual que no está de acuerdo con establecer “un alto el fuego sin garantías de seguridad serias”.

El presidente ucranio dio a entender que para su país una garantía de ese tipo podría ser su ingreso parcial a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sin los territorios ahora ocupados por Rusia, pero sin admitir que los perdió para siempre, lo que Rusia demanda como condición innegociable.

“Para nosotros esos territorios son parte de Ucrania. Pero la OTAN sólo podría actuar en la parte que está bajo control ucranio. Esto se podría negociar, estoy seguro. Sí, no sería un gran éxito para nosotros, pero si vemos una vía diplomática para poner fin a esta guerra, habría que considerarla”, indicó Zelensky.

El Kremlin lleva meses insistiendo en que no habrá negociación ninguna si Kiev no acepta lo que llama “realidades sobre el terreno”, eufemismo por territorios ucranios –Donietsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, además de Crimea– que incorporó a su Constitución aun cuando no los domina en su totalidad.

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