Ciudad de México. “Fuera de la 4T está el abismo”. La frase fue puesta en una mesa académica por el investigador Carlos Pérez Ricart, del CIDE, quien participó en el análisis del proyecto político de la Cuarta Transformación (4T), en el marco del 95 aniversario del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Pérez Ricart eligió presentar sus ideas sobre la transformación en curso a partir de las cosas que le asustan y las que no le preocupan de la 4T.

Entre las primeras enlistó “la falta de crítica interna” y “la extrema disciplina” a la que están sometidos los legisladores de la mayoría. “Si vemos lo que sucede en el Congreso, me parece que el Partido Comunista Cubano estaría celoso de lo bien que lleva las cosas Adán Augusto (López) en el Senado”.

“No me asusta el manejo de la economía”, siguió Pérez Ricart, para quien lo ocurrido en el sexenio pasado y lo que va del presente demuestran “que la izquierda puede manejar la economía” y, además, sacar personas de la pobreza (siete millones de mexicanas y mexicanos al finalizar el sexenio anterior).

La debilidad de las oposiciones fue el correlato de una mesa en la que también participaron César Morales, de El Colegio de México, y Álvaro Arreola, de la institución convocante.

Siguiendo con las cosas que asustan, Pérez Ricart mencionó “la debilidad de la presidenta” Claudia Sheinbaum frente a los coordinadores parlamentarios, pues pese a contar con un respaldo ciudadano de 85 por ciento, nada puede hacer frente a decisiones de Adán Augusto López y Ricardo Monreal, “un par de rufianes” que, por ejemplo, se encargaron de “proteger a un delincuente” como Cuauhtémoc Blanco.

La fortaleza de la presidenta, que reflejan las encuestas, “no se reconoce al interior del partido”.

Pérez Ricart recordó que las posiciones legislativas del “par de rufianes” fueron resultado de la “muy funcional arquitectura política” que Andrés Manuel López Obrador trazó para resolver la candidatura presidencial. En su momento, un acierto, que hoy se ha convertido en “un déficit para la gobernanza de este país”.

En su oportunidad, César Morales, del Colmex, dijo que la expresión de que “México está a las puertas del autoritarismo” es una suerte de “banda sonora” de los últimos años, pese a que, en contraste, encuestas como las del Latinobarómetro, muestran que la mayoría de los mexicanos están muy satisfechos con la democracia.

De un lado, los señalamientos de que vivimos una regresión autoritaria se responden con el argumento de que sus emisores “son conservadores” o no entienden el momento del país. Del otro, se habla de una “mayoría ignorante” que “se ha vendido por unas tarjetas del bienestar”.

Morales planteó que tenemos que salir de ese “esquema mental” y dejar de hablar de democracia “en términos normativos” para dar paso a una discusión sobre las “versiones variadas de lo que entendemos por democracia”.

Álvaro Arreola Ayala, por su parte, dijo que episodios como el reciente de la campaña anticipada de la senadora Andrea Chávez, a quien “paró en seco” una declaración presidencial, tendrían que ser tema del partido y no de la presidenta.

Arreola llevó a la mesa el recuerdo de Luis Javier Garrido y Arnaldo Córdova, dos figuras centrales del Instituto de Investigaciones Sociales, que formaron parte del grupo que concibió, con López Obrador, la 4T.

El investigador hizo también un breve recuento de los daños del llamado “periodo neoliberal” y afirmó de que las reformas a las leyes electorales -hasta las muy recientes relacionadas con el nepotismo- se concentraron en las reglas para llegar al poder y no cómo se ejerce.

“Hay que defender a la 4T a pesar de la 4T”, dijo Pérez Ricart al externar otras preocupaciones: la manera en que la 4T ha abordado la crisis de las desapariciones (“no es culpa de la 4T pero la 4T sí tiene que responder”); que se haya dejado pasar un momento clave para reformar las fiscalías (en el marco de la elección judicial); el “enorme poder militar”; y el “gran error” de desmantelar la policía nacional civil. “La peor herencia que dejó López Obrador fue haber encumbrado económicamente a los militares”.

Arreola abordó el pragmatismo y el alejamiento de la 4T de los intelectuales (“sus personajes intelectuales se reducen a dos o tres”), pues “ya no hay cuadros que se quieran comprometer directamente con un partido político”.

La supremacía del pragmatismo, la falta de cuadros y de “formadores” en la 4T llevaron a Pérez Ricart a decir algo que, según él mismo, sacaría ronchas: “Un gran responsable de esto es el periódico La Jornada. Me parece que La Jornada no está acompañando el proceso de transformación del país y no está acompañando a la presidenta. Y la crítica que hay en La Jornada no está caminando al ritmo de la transformación política del país. Y el que tendría que ser el órgano de la izquierda nacional simplemente parece más interesado en proteger intereses económicos y burocráticos, y menos interesado en llevar a cabo esta crítica, en actualizarse y acompañar el proceso de la 4T”.

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