Nueva York y Washington. La violencia política en Estados Unidos, la cual ha llegado a niveles no vistos en 50 años, amenaza con ensangrentar las elecciones nacionales que se celebrarán en dos semanas, y no se puede descartar un periodo poselectoral violento.

Los incidentes de violencia política desde el asalto del Capitolio por fanáticos de Donald Trump el 6 de enero de 2021, cuyo propósito era anular la elección, representan el incremento más grande y constante desde los años 70, según cálculo realizado por Reuters. El examen de incidentes detectó por lo menos 300 casos de violencia política desde principios de 2021, incluidos más de 50 sólo este año. La mayoría de los casos monitoreados por Reuters provienen de la derecha, señalan expertos.

En meses recientes se han registrado dos atentados contra Trump –aunque vale señalar que en ambos casos, los responsables eran individuos aparentemente animados por corrientes derechistas– como incidentes locales, incluyendo el uso de armas de fuego en Arizona, entre otros lugares.

Algunos legisladores republicanos y demócratas están preocupados de que la violencia política con bajas masivas podría interrumpir la continuidad gubernamental, durante este ciclo electoral, escriben los ex funcionarios de la Casa Blanca Steve Simon y Jonathan Stevenson en el número más reciente del New York Review of Books. Por su parte, el Departamento de Seguridad Interna, en su evaluación anual sobre amenazas a la seguridad nacional, advierte de respuestas violentas extremistas durante este ciclo electoral.

Otros expertos repiten alertas de que esta coyuntura electoral podría ser caótica y violenta, al subrayar la agresiva retórica de Trump y sus aliados, quienes declaran que esta elección es para salvar a America de los peligrosos izquierdistas radicales –el propio candidato republicano y ex presidente ha sugerido que se deberían desplegar militares para confrontar esa amenaza–, así como contra los inmigrantes que están invadiendo al país.

Una y otra vez ha usado vocabulario violento para atacar a sus detractores políticos, incluidos los medios, como enemigos de Estados Unidos y los jueces y fiscales que encabezan varios casos criminales en su contra.

Nunca antes en la historia de Estados Unidos se había interrumpido el traslado pacífico del Poder Ejecutivo después de una elección hasta enero de 2021, con Trump incitando a sus fanáticos a tomar por asalto el Capitolio para frenar la certificación de la elección nacional. La violencia, incluso amenazas de muerte a la entonces presidenta de la Cámara baja del Congreso, Nancy Pelosi, y al propio vicepresidente de Trump, Mike Pence, obligó la evacuación de emergencia de ellos y de todo legislador del Capitolio. Trump indicó recientemente que fue un día de amor, y repitió que posiblemente indultará a los cientos de participantes que han sido enjuiciados y encarcelados. Más aún, Trump, una vez más (rehúsa aceptar el resultado de la última elección), se ha negado a comprometerse a respetar los resultados de estos comicios.

Por lo tanto, expertos advierten que el periodo poselectoral, sobre todo si el margen de diferencia entre los dos candidatos es tan estrecho como por ahora sugieren las encuestas, podría ser muy volátil, incluyendo expresiones violentas.

Desde hace meses, sectores de derecha han nutrido el ambiente de violencia política al declarar que si no gana Trump se desatará una guerra civil en Estados Unidos, y algunas sectas y agrupaciones derechistas se han estado preparando para ello.

Y tienen apoyo entre amplios segmentos del universo republicano. Una encuesta reciente de PRRI registra que casi un tercio de los republicanos creen que patriotas podrían tener que recurrir a la violencia para salvar al país, y uno de cada cinco opinan que si Trump pierde la elección, debería declararla inválida y hacer lo que se requiera para asumir la presidencia.

Aunque expertos debaten si los actos de violencia política se han incrementado, no incluyen entre sus cálculos las amenazas, incluso de muerte, contra funcionarios públicos, oficiales electorales, jueces y periodistas; algo que se ha disparado sobre todo contra quienes son percibidos como opositores de Trump y de su movimiento. Expertos indican que esas amenazas podrían convertirse en acciones rápidamente, ya que éste es un país donde en cualquier día, hay miles de personas caminando por las calles que están abiertamente armadas y apoyan cometer violencia política, comentó Galen Wintemute, director del Programa de Prevención de Violencia en la Universidad de California en Davis, en entrevista reciente con el New York Times.

Hay armas suficientes

Vale recordar que en Estados Unidos se dice que hay suficientes armas de fuego para armar a toda la población de este país; entre 300 y 400 millones, aunque no hay cifras oficiales precisas. (https://www.thetrace.org/2023/03/guns-america-data-atf-total/).

La violencia política no sólo se limita al escenario electoral. Desde su primera campaña presidencial en 2016 hasta la fecha, defensores de derechos y libertades civiles han advertido que la retórica de Trump y sus aliados, incluyendo varios gobernadores y legisladores, ha justificado y nutrido a agrupaciones y movimientos derechistas y desatado acciones de odio por varias partes del país contra minorías.

El mensaje antimigrante central de la campaña de Trump ha nutrido ataques contra inmigrantes al promover su mensaje de que son invasores que vienen a asesinar, violar y robar a estadunidenses –hasta comer mascotas– y que están envenenando la sangre de este país.

A la vez, de acuerdo con un nuevo informe del Center for Strategic and International Studies, el número de ataques y complots de terrorismo doméstico contra agencias del gobierno, funcionarios, políticos electos, candidatos y representantes de los partidos durante los últimos cinco años es casi el triple de ese tipo de incidentes registrados en los últimos 25 años combinados.

Pero como siempre, Estados Unidos repite que hay un enemigo externo. Ayer, funcionarios de agencias de inteligencia del gobierno de Biden alertaron que Rusia e Irán podrían tratar de avivar la violencia durante el periodo electoral estadunidense para debilitar la democracia y minar la confianza en el resultado en las urnas, reportó el Wall Street JournalAlgunos actores externos tienen la capacidad para nutrir protestas y emprender acciones violentas durante este periodo, sostuvo un funcionario de inteligencia al presentar esta evaluación ante periodistas.

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