Ciudad de México. La exposición Francisco Toledo. Grabador de enigmas, que se presenta en el Museo del Estanquillo. Colecciones Carlos Monsiváis, se concibió como un homenaje al “muy querido amigo y extraordinario artista, cómplice conmigo de múltiples aventuras en el arte, a cinco años de su temprana partida”, expresó el galerista y gestor cultural Armando Colina al recorrerla con la prensa. A lo largo de casi tres décadas Toledo (1940-2019) hizo proyectos de gráfica junto con la galería Arvil, fundada por Colina y Víctor Acuña (1939-2021).

Toledo realizó un total de cinco carpetas para Arvil a partir de 1974, mismas que se exhiben en el Estanquillo, cuatro en forma física y una, Trece maneras de mirar un mirlo (1981), de manera digital. En la muestra Colina expone por primera vez “los dos retratos que (Toledo) me hizo en 1966 para documentar la profunda amistad que tuve con él desde su regreso de Europa y hasta su muerte”.

Recordó: “Mi socio Victor Acuña, también ausente, y yo creamos la compañía Arvil Gráfica porque nos dimos cuenta de que nuestros amigos/clientes no entendían que una obra gráfica es un original seriado”. La obra expuesta en Francisco Toledo. Grabador de enigmas, curada por Luis Blanco y Evelio Álvarez, es el resultado del trabajo que la galería hizo con el artista entre 1974 y 2001.

La exhibición se concibió originalmente para su presentación el pasado 17 de agosto en el Centro de las Artes San Agustín, en Etla, Oaxaca. Giró en torno al proyecto de gráfica Nuevo catecismo para indios remisos, en la medida que las placas de cobre intervenidas por Toledo, fueron donadas por Colina al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, instancia creada por el también activista, con motivo de los 55 años de la fundación de Arvil. Los grabados se hicieron acompañar por textos de Carlos Monsiváis (1938-2010).

En Oaxaca la exposición se llamó Francisco Toledo. Placas metálicas y obra gráfica que él creó con ellas. Para su exhibición en el Estanquillo se pudo ampliar la cantidad de obra incluida, dado las dimensiones del museo.

En el Estanquillo, pues, se ha desplegado la totalidad de las cuatro carpetas: Toledo/Sahagún (1974), con ocho grabados realizados con aguatinta y ruleta en color, así como los textos Augurios y abluciones, traducidos por Alfredo López Austin, luego Toledo/Chilam Balam. Los textos de El libro de Los enigmas del Chilam Balam de Chumayel fueron ilustrados por Toledo a petición de Colina y su Acuña. La portada contó con un grabado original mientras que el título y la firma fueron ejecutados por Toledo, a sugerencia de Colina, en 1975.

La tercera carpeta, Toledo/Guchachi’ (1976), para la que se trabajó con aguafuerte y punta seca, contiene 23 grabados: ocho de gran formato y 15 en los textos impresos en papel Arches, francés, en serigrafía. Éstos a la vez fueron encuadernados en piel de iguana ya que guchachi significa iguana en Zapoteco. Colina recordó lo difícil que fue conseguir la piel de iguana:”No me la querían vender porque se la comen”.

El punto central sigue siendo el proyecto Nuevo catecismo para indios remisos que goza de un gran despliegue. Un anticuario había ofrecido las placas a Acuña: “Eran 75, de capillas populares de la Sierra de Puebla y Tlaxcala de los siglos XVII y XIX; las compramos. Le pedimos a la grabadora Nunik Sauret que las limpiara, porque estaban oxidadas, y las imprimiera para ver el estado de éstas y las imágenes que representaban.

Cuando las mostramos a Toledo, enloqueció y escogió ocho placas para intervenirlas. Pasó lo mismo cuando los vio Monsiváis quien dijo que escribiría el texto”. En el espacio de exhibición, de hecho, se escucha un audio con la voz del cronista leyendo su texto que viene a ser el único que hizo de ficción.

 

En el recorrido, Alejandro Brito, director del Museo del Estanquillo, destacó las piezas que vienen a enriquecer Francisco Toledo. Grabador de enigmas, como Caballo con pelota (1974-1975), con la técnica del aguatinta y aguafuerte; La pez (pescado), 1976, aguatinta y ruleta, aunque, sobre todo, la sección titulada Libertad a Víctor Yodo que se refiere a la placa de cobre trabajada por Toledo, de nombre Libertad a los presos político (Libertad para Víctor Yodo), cerca de 1978. Mediante un material audiovisual se muestran a través de sobreposiciones los 10 estados, o intervenciones, que el artista hizo de la misma placa, cuya figura central siempre fue un caballo. Lo que cambió fue el entorno.

 

Brito acotó que Yodo fue “un maestro de primaria, líder comunitario, creador de la Coalición Obrera, Campesino, Estudiantil del Istmo, que fue secuestrado presuntamente por los militares en aquella época de 1978, cuyo cuerpo jamás apareció”.

 

Recorrer las secciones dedicadas a las diferentes carpetas es adentrarse en un mundo salido de la desbordada imaginación de Toledo. Brito recordó que el artista nunca pretendió ilustrar al pie de la letra lo que dicen los textos o libros que acompañan los grabados de las carpetas: “De su lectura extrae y reelabora en imágenes su propia concepción, por ejemplo, de Chilam Balam, que tiene una influencia muy arraigada de la cultura juchiteca, sobre todo de la tradición oral, aunque también de las vanguardias estéticas más que nada europeas.

 

En la producción de Toledo “no hay jerarquías entre el mundo animal y el humano. Incluso, en el mundo de Toledo hay mujeres que se aparean con animales porque así es la tradición oral de las leyendas y creencias de la cultura juchiteca”. De allí un grabado de la carpeta Toledo/Guchachi’ representa a una mujer “apareada con una serpiente pitón que, al ser muerto su compañero por los hombres del pueblo, en su tristeza decide convertirse en iguana”, relató Brito.

 

Francisco Toledo. Grabado de enigmas permanecerá hasta mayo en el Museo del Estanquillo, Isabel la Católica 26, Centro Histórico. La entrada es gratuita.

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