El Museo de la Ciudad de México organizará en el verano del año entrante una magna muestra retrospectiva de la obra de Antonio Ortiz Gritón, la primera que tiene lugar en ese importante recinto capitalino, informó ayer la titular de la secretaría local de Cultura, Ana Francis López Bayghen Patiño, como parte del homenaje póstumo al artista y activista mexicano, fallecido el pasado 5 de diciembre a los 71 años.
La propuesta de la exposición tuvo lugar una semana antes del deceso del también promotor y gestor cultural, afirmó, a quien todavía se le pudo avisar, por lo que se puso muy contento
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La funcionaria destacó el ímpetu, el interés y la participación desbordados que suscitó entre la comunidad artística y cultural de la ciudad este tributo que tuvo lugar ayer en memoria del creador desde el momento en que comenzó a organizarse de forma autogestiva mediante un grupo de WhatsApp, hace una semana.
Aquel grupo, que empezó con seis personas, se multiplicó no sólo de integrantes (hasta llegar a más de 100), sino de amor, ideas, conversación, solidaridad, anécdotas, videos… de muchas otras cosas
, convirtiéndose en sí mismo en un homenaje virtual”, sostuvo.
Pareciera que la red se tejió por sí sola, pero la verdad es que se tejió en casi 50 años de poner atención (el artista) a los problemas de México y del mundo, como la represión contra los pueblos indígenas, estudiantes, campesinos, las organizaciones guerrilleras de Chiapas o el presupuesto a la cultura.
Como ocurrió en su ceremonia fúnebre hace una semana, Gritón fue recordado con júbilo y ánimo festivo, acorde con su carácter y manera de proceder. Fue un entrañable programa artístico y cultural en el que durante tres horas y media primaron la música, la poesía, la danza, el color y la creatividad, así como el reconocimiento y reiteradas muestras de amor y cariño.
Para él, ser anarquista era ser buena persona
De acuerdo con el periodista y escritor Luis Hernández Navarro, amigo cercano del creador, si algo caracterizó a Gritón es que fue un magnífico ser humano, recto, generoso y auténtico.
“Gritonio –como le decíamos sus cuates, al ensamblar Antonio, su nombre de pila, con Gritón, su alias–, era, por encima de todo, un espíritu libre. Un artista con talento y obra superpoderosa, creatividad desbordada y una intuición, a un tiempo privilegiada y esclarecedora”, afirmó,
“Fue un pensador crítico y antiautoritario, siempre solidario, lo mismo a través de su arte que de su activismo político, con la causa de los pueblos originarios y el zapatismo; un creador empeñado, en los últimos años, en sacar a luz las barbaridades perpetradas por el Estado mexicano en la guerra sucia y dignificar y reivindicar a quienes se atrevieron a tomar el cielo por asalto.
Inclaudicable, nunca hizo concesiones ni al poder ni al dinero. Inicialmente ácrata temperamental, se empapó a fondo de la doctrina libertaria y se movió por el globo terrestre con la anarquía explicada a los niños metida hasta los huesos. Para él, ser anarquista era, por encima de todas las cosas, ser buena persona.
El patio central del Museo de la Ciudad fue acondicionado como galería externa en la que se exhibieron algunas de las obras del artista, entre ellas nueve de los pendones de la serie Breve diccionario visual del náhuatl, a partir de la que Gritón emprendió desde 2009 propuestas con el afán de generar conciencia entre los gobernantes y la sociedad sobre la alarmante situación que pesa sobre las lenguas originarias de México.
También se mostraron sus coloridos papalotes de papel de china, algunos de las mantas con las que protestó por los recortes presupuestales contra el sector cultural y contra la invasión a Palestina, además de su Antena para cambiar el mundo y otra instalación conformada por algunos de los coloridos barquitos de papel que hizo para acompañar la campaña zapatista en Europa.
Antonio Ortiz Gritón fue, en pocas palabras, un ser humano libre
, afirmó categórico Julio Muñoz, su amigo de toda la vida, para resaltar el espíritu revolucionario que guio la vida y el quehacer del artista.
“Si Jean Paul Sartre lo hubiera conocido, hubiera constatado la veracidad de su tesis de que estamos condenados a ser libres. La libertad gritonesca, gritonuda, gritonera, gritoniente se manifestó como feroz fuerza revolucionaria. Fue el constructor de una parte de la alternativa cultural para las masas, de una contrahegemonía, de eso que Antonio Gramsci consideraba acertadamente como la condición sine qua non para la revolución socialista.”
Muñoz recalcó que Gritón fue un artista y personaje que encarnó y mantuvo por más de 50 años el espíritu revolucionario real, no sólo por las formas concretas, objetivas de su obra, manifestación de un talento desbordante, de una imaginación siempre sorprendente, jamás restringida a cartabones, estereotipos ni oficialismos, sino, además, por su compromiso de sacarla de los límites elitistas, exquisitos, esnobs y academicistas, propios de la pequeña burguesía
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Resaltó la particular manera de aquél para llevar el arte a los más amplios sectores de la sociedad, sectores potencialmente receptivos del mismo, y darle así una proyección de masas en calles y plazas, en muros de pueblo o en el suelo de las calles, en árboles y postes, en cualquier espacio donde fuera materialmente posible exhibir algo.
El homenaje prosiguió entre lecturas de poesía, improvisaciones musicales, free jazz, el canto de protesta de Gabino Palomares, el rock de Guillermo Briseño, las canciones de Sonaranda, el virtuosismo del guitarrista Eblen Macari, la narración oral de Florina Piña, el reconocimiento del colectivo Llegó la Hora de los Pueblos, de apoyo al EZLN y al CNI-CIG, al compromiso y solidaridad del creador con la causa zapatista, las ejecuciones dancísticas de solistas y grupos. En fin, una emotiva y colorida fiesta.
Este sábado continuarán las actividades con un mural colectivo en la esquina de avenida Insurgentes y la calle Yucatán, en la colonia Roma, a partir de las 11 horas, y por la noche, desde las 21 horas, en Jazzatlán habrá una tocada en su honor.