Quizá el símbolo de la contraconquista más poderoso que tenemos los mexicanos es la Virgen de Guadalupe. No es cualquier cosa que tenga un nicho en Notre Dame. Para entender esto tan solo debemos recordar que nuestra Virgen tiene dos nombres: Guadalupe-Tonantzin. El primero, de origen español, se lo debemos a un río extremeño que lleva el mismo nombre. Esto no es casualidad porque el primer santuario dedicado a la Morena, ubicado en Extremadura, fue el Santuario de Guadalupe el cual fue construido en el siglo XIV. El segundo nombre se refiere, como nos cuenta Bernardo Barranco, a “la diosa madre de la naturaleza y de la muerte, era la madre de los dioses y una devoción muy respetada en la esfera mesoamericana”.

Y la razón por la cual se tuvo que bautizar a la Virgen Morena con este segundo nombre, fue porque los pueblos originarios de América no se sentían identificados con ella. Es así como terminaron de consagrar a este símbolo con un nombre que resulta familiar para ellos. Quien lo sintetiza claramente es Gloria Anzaldúa. “Hoy la Virgen de Guadalupe es la imagen religiosa, política, y cultural más potente y única de lo Chicano/mexicano. Ella, como mi raza es la síntesis del viejo y el nuevo mundo.”

La cita anterior también nos recuerda que la Virgen sigue siendo actual gracias a los mexicanos del Otro lado, porque ellos, al igual que los primeros mestizos adoptan una cultura ajena para adaptarse. También es válido recordar que Hidalgo usó como bandera la imagen de Guadalupe, porque era consciente de la necesidad de portar un símbolo que convocara al pueblo para levantarse en armas ante las injusticias que vivían. Por lo tanto, Gonzalo Rocha no se equivoca cuando dice “tres son las imágenes icónicas que pueblan el inconsciente de todo mexicano”, refiriéndose al águila y la serpiente, Guadalupe y “la Catrina”.

Foto Marco Peláez

Y si hablamos de imágenes es imposible no mencionar lo siguiente. Cuando pensamos en lenguaje en general lo asociamos con las palabras, sin embargo, las imágenes también son una forma de lenguaje. “Guadalupe no sólo había tomado los colores y el vestido de los indios, sino también su forma de comunicarse, por medio de imágenes y elementos de la naturaleza”, dice Ignacio Luis de Valderas. Recordemos que en aquel tiempo los pueblos originarios no podían comunicarse en español, por lo tanto, la manera como fueron asimilando el catolicismo fue mediante imágenes. Y es así como una imagen creada como un dispositivo de sometimiento por parte de España, produce un efecto contrario. La Virgen de Guadalupe se convirtió en un portal de identidad.

Una vez que la Morena se asienta y asimila en México su poder de convocatoria rebasa a cualquier símbolo religioso en Occidente. Un reporte gubernamental del año pasado informó que entre el 9 y 12 de diciembre recibieron 11 millones de personas en la Basílica de Guadalupe, y en 2022 se rompió el récord con 12 millones 500 mil visitantes.

Aunado a esto, es importante mencionar que la Virgen también se ha visto como un símbolo feminista de la época colonial, no es casualidad que aparezca en el Museo de la Mujer. Que sea su primera pieza.  “La cultura religiosa perpetuó a la sociedad patriarcal, en la que la función social de la mujer se limitó a la reproducción. Durante los 300 años de vida colonial el marianismo, o imitación de la Virgen María, fue el modelo a seguir para las mujeres. Para ellas no había término medio, su conducta sólo podía fluctuar entre la abnegación y el pecado.” A pesar de esta falta de término medio, las mujeres antes de María no eran representadas dentro de la religión, causando así un auto ninguneo casi automático.

Gracias, en parte a la Virgen pudo existir alguien como Sor Juana. Una mujer que no quiso determinar su vida alrededor de la maternidad, en vez de eso eligió al claustro para seguir desarrollando su mente. Y aunque no fue una tarea fácil para ella, desafió sola y de manera única al patriarcado durante toda su vida.

Como hemos visto Guadalupe nos ha hecho peregrinar por muchos temas, aunque fue concebida en la religión, ella siempre fue un símbolo que perteneció más a las personas. Su poder radica en que Guadalupe-Tonantzin ha sido reclamada para causas sociales muy constantes: las mujeres, los migrantes y los conquistados que reconquistaron a España. Ella nos ha enseñado que “los símbolos no se crean ni se destruyen, solo se transforman”.

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