Aquello de que siempre puede ser peor parece aplicarse aquí: el autoproclamado gobierno feminista del presidente chileno Gabriel Boric, pasa por su peor momento luego que una funcionaria denunció judicialmente haber sido abusada sexualmente y violada por su superior jerárquico, el ahora ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, personero quien estaba a cargo de la seguridad pública, prioridad de la ciudadanía.

El caso enredó personalmente a Boric, porque él recibió una versión de los hechos directamente de Monsalve el martes de la semana pasada, pero en vez de destituirlo de inmediato, lo mantuvo dos días más en el cargo hasta que el jueves la situación se filtró a la prensa, momento en que el ahora exfuncionario renunció.

La situación, que supera otros pésimos momentos de la administración, causa conmoción: la figura al frente del combate a la delincuencia, el personero más valorado del gobierno por la opinión pública, aparece involucrada en un delito mayor y, de paso, hecha otra palada de tierra a la credibilidad de las instituciones -Parlamento, Poder Judicial, partidos políticos, etc.-, gravemente debilitada.

A días de unos comicios municipales que el domingo redefinirán la correlación de fuerzas políticas, la oposición derechista está dándose un festín, empatando la situación con casos de corrupción y/o escándalos que la perjudican. A falta de un año, las municipales son la antesala de la elección legislativa y presidencial de 2025, soliendo anticipar resultados.

Boric se complicó porque al tanto del eventual delito cometido por su subordinado, evitó poner aquel en conocimiento del Ministerio Público, según manda la ley a cualquier ciudadano.

Tratando de explicarse, a contrapelo de cualquier manual básico de comunicación política, el gobernante optó por dar explicaciones durante una visita a terreno el viernes último, aceptando durante 57 minutos más de 30 preguntas de la prensa, a muchas de las cuales dijo no tener respuesta, pese a que la directora de su equipo de comunicaciones le pedía dejar de hacerlo, a lo cual Boric se negó, contradiciéndola públicamente.

Lejos de resolver dudas y limitar daños, la errática comparecencia las ahondó porque se especula si el mandatario trató de proteger a Monsalve, además de que se involucró personalmente y arrastró hasta su despacho el caso, dando pormenores ajenos a su investidura.

Entre que el martes 15 dio su versión a Boric y la renuncia, el imputado dispuso de un avión policial para viajar hasta la Región del Biobío, de la que es oriundo, se dice que para informar a su familia y, la mañana del jueves 17 asistir, cuando se destapaba el caso, a una comisión legislativa que discutía el presupuesto 2025 de la dependencia aún a su cargo.

Los hechos ocurrieron el 22 de septiembre en un hotel capitalino donde Monsalve solía hospedarse y la denuncia ante la Fiscalía se hizo el 14 de octubre. Según se sabe, so pretexto de un reunión de trabajo, cenó esa noche con la víctima, de 32 años, en un restaurante cercano y luego, bajo la influencia del alcohol, la llevó en un taxi hasta el Hotel Panamericano, en pleno centro de Santiago, después de despedir a su escolta para quedarse a solas con la mujer.

También se confirmó que días posteriores, ordenó a la policía retirar los registros de las cámaras de seguridad del hotel, grabaciones cuya suerte se desconoce.

Monsalve, que no ha sido formalizado aún, contrató como defensora a la penalista María Inés Horvitz, hasta hace poco miembro del Consejo de Defensa del Estado, quien ayer afirmó que “él está confiado en su inocencia”.

Militante del Partido Socialista -que anteayer se la suspendió-, médico de profesión, casado, dos hijas, se especulaba que en noviembre saldría del gobierno para competir por una senaduría en 2025.

Compartir