París. El mundo en desarrollo necesita billones de dólares para luchar contra el cambio climático, pero ¿quién debe pagar? ¿Las naciones ricas? ¿Los grandes contaminadores? ¿Los países que se enriquecieron quemando combustibles fósiles? ¿O todos ellos?

Este es el debate que se avecina en las negociaciones de la COP29 de noviembre en Azerbaiyán, ya que China y otras economías emergentes importantes están bajo presión para contribuir más en favor de los países más pobres.

Se espera que en la conferencia climática de la ONU COP29 se logre un nuevo acuerdo que aumente significativamente la asistencia financiera a los países que tienen menos capacidad para reducir las emisiones de carbono y adaptarse al calentamiento global.

Actualmente, la factura anual de 100.000 millones de dólares es asumida básicamente por una lista de países que eran los más ricos e industrializados cuando se redactó la convención climática de la ONU en 1992.

Estos donantes, que incluyen entre otros Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón, reconocen que se necesita más dinero y están dispuestos a seguir pagando el financiamiento climático donde más se necesite.

Sin embargo, quieren que otros compartan la carga, específicamente los países en desarrollo que se han vuelto más prósperos y contaminantes desde que se elaboró la lista original de donantes.

Aunque no se mencionan públicamente, China -hoy el mayor contaminador del mundo y la segunda economía más grande- es el objetivo obvio, pero también podrían entrar en el debate países como Singapur y estados ricos en petróleo del Golfo, como Arabia Saudita.

Es “totalmente justo agregar nuevos contribuyentes, dado el continuo cambio de las realidades y capacidades económicas”, argumentó el gobierno estadunidense en agosto en un escrito dirigido a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Mala fe”

Diplomáticos de otros países desarrollados han expresado lo mismo, argumentando que la lista de contribuyentes se basa en nociones anticuadas de ricos y pobres, y que cualquiera que pueda pagar, debería hacerlo.

Algunos han propuesto nuevos criterios para juzgar a los posibles contribuyentes, como los niveles de ingresos, el poder adquisitivo o sus emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta.

Los llamamientos para ampliar la base de donantes son muy impopulares y han provocado discusiones acaloradas en los meses previos a la COP29, que se llevará a cabo del 11 al 22 de noviembre en Azerbaiyán, un país rico en petróleo y gas, y que también está clasificado como en desarrollo.

 

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