Un gigante de la música y héroe inmortal de la guitarra Eric Clapton electrizó la noche del jueves con su resplandeciente sonido el Estadio GNP Seguros, donde demostró por lo alto que el blues es su alma.

No sólo fue un concierto, sino una experiencia inolvidable, pues el titán del rock, suma más de 100 millones de discos vendidos alrededor del mundo y es uno de los músicos más exitosos de la historia.

En esa noche única hizo vibrar con su rock y blues temas que son joyas de la música universal, aunque algunos de sus fieles, quienes han seguido su trayectoria de seis décadas, sintieron que les quedó a deber debido a que faltó en el repertorio Layla y Wonderful Tonight, emblemáticas canciones de su prolífica carrera.

El recinto de Iztacalco, a medio cupo, no adoleció de energía y júbilo, pues miles de almas –alrededor de 33 mil alegres y eufóricas– rindieron pleitesía a su figura y genialidad, en un concierto histórico, luego de casi 23 años de ausencia de la leyenda en territorio mexicano.

Repertorio exitoso

El músico inglés, conocido como Slowhand, apareció en el escenario en punto de las nueve de la noche, como un verdadero lord. Desde ese momento, la anhelada espera multitudinaria se hizo realidad y la ovación emergió de cada alma que escuchó los primeros acordes de la guitarra Stratocaster y la maestría de su ejecutante.

Fue con Sunshine of Your Love, con la cual Clapton y su guitarra cautivaron al iniciar un repertorio exitoso; luego siguió con Key to the HighwayI’m Your Hoochie Coochie Man y Badge. El rock y el blues se hicieron uno, la música saturó los sentidos. El maestro con elegante cachucha y ropa casual corroboró su genialidad.

Buenas noches, saludó el artista a su emocionada y catártica audiencia, que sólo veían en ese momento al legendario inglés y fue hasta después que aplaudieron con entusiasmo a los talentosos músicos que lo acompañaron.

Más adelante, en el micrófono colocado sobre el célebre tapete persa que utiliza desde hace décadas en sus conciertos,expresó: Gracias por estar aquí. Fueron pocas palabras, pero mucha música, lírica, grandes obras y rock.

Cuando llegó el momento de Tears in Heaven, canción memorable, que dedicó a su hijo Connor, fallecido a los cuatro años de edad, los celulares aparecieron para iluminar el estadio, mientras el cantante, con su guitarra en mano y sentado, interpretó la emblemática rola que obligó a miles a unirse a la voz de Clapton. La conexión con el músico fue ineludible.

Experiencia inolvidable

Down and OutRunning on FaithChange the World y Golden Ring antecedieron tan emotivo momento y las miles de almas fueron una sola.

En las gradas, a pesar de las restricciones de seguridad, apareció un hombre de la tercera edad, luciendo –pero con un largo bastón en la mano– sus mejores y más exóticos pasos según los acordes que marcaba Slowhand. Ese momento, el seguidor lo vivió, casi hipnotizado, tal vez, como siempre quiso hacerlo, pero le pidieron o lo invitaron a que regresara a su asiento.

Una tras otra continuaron entrelazadas las joyas musicales como Got to Get Better in a Little WhileOld LoveCross Road BluesLittle Queen of Spades y Cocaine.

Con esta última, el estadio se volvió a enardecer y cantó al unísono con Clapton la letra de esa recordada canción, con la cual casi se despedía, pero ante los gritos desesperanzadores que deseaban escuchar más rolas, el distinguido con 18 premios Grammy, ofreció una más de sus obras musicales.

Fue con el blues de antología, Before You Accuse Me, con la cual cerró el histórico concierto, que Eric Clapton lució su guitarra decorada con los colores de la bandera palestina, lo cual ya había hecho en otra presentación y así corroboró su compromiso con causas sociales y humanas.

En esta ocasión, Clapton estuvo acompañado brillantemente por Doyle Bramhall II (guitarra, voces), Chris Stainton (piano, teclados), Tim Carmon (órgano Hammond, teclados), Nathan East (bajo, voces), Sonny Emory (batería) y las coristas Katie Kassoon y Sharon White. Todos ellos camaradas de muchas batallas de Clapton por los escenarios del mundo.

Finalmente, alrededor de las 22:40 horas, las almas gozosas y felices comenzaron a abandonar cada uno de los espacios del Estadio GNP Seguros, con la convicción de que habían presenciado uno de los mejores espectáculos del año y atestiguado una experiencia inolvidable protagonizada por el legendario músico inglés quien se consagró en el gusto de personas de todas generaciones, con los acordes, riffs y letras que evocan historias y recuerdos imborrables.

En el concierto, también destacó, el invitado especial de Clapton: Gary Clark Jr, quien abrió el show y atrajo a un gran número de fanáticos que comentaron la importancia del músico estadunidense, quien es ganador de cuatros premios Grammy. El cantante, guitarrista y compositor pisó los escenarios del Vive Latino en 2022 y la revista Rolling Stone lo definió como el futuro del rock y blues a escala internacional.

Cabe mencionar que Erick Patrick Clapton, nació el 30 de marzo de 1945 en la casa de sus abuelos en The Green, Ripley, Surrey, Inglaterra; ha recibido el prestigioso Brit por su contribución a la música, así como cuatro premios Ivor Novello de la Academia Británica de Autores, Compositores y Cantantes, incluido el galardón a la trayectoria.

Su indiscutible impacto en la música lo convierte en el único integrante del Salón de la Fama del Rock and Roll en tres ocasiones: como solista y, por separado, como integrante de Yardbirds y Cream.

En la Ciudad de México, Eric Clapton no sólo celebró ese legado, sino también la conexión emocional que ha forjado con su público a lo largo de seis décadas.

Su gira mundial continuará el 8 de octubre en el Estadio Pechanga en San Diego, California; el 10 en Acrisure Arena, Palm Desert, California, y el sábado 12 en el Tazón de Hollywood, en Los Ángeles.

La noche del jueves, por lo pronto, el legendario Manolenta dejó flotando en el ambiente el aroma inconfundible de su alma: el blues.

Compartir