Ciudad de México. Con el propósito de impulsar una educación más humana, solidaria y comprometida con los desafíos de la actualidad, el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Educación y Cultura del Vaticano, sostuvo un diálogo con intelectuales mexicanos en la Universidad Pontificia de México (UPM).

En el encuentro académico, Tolentino de Mendonça, resaltó la importancia de fomentar una “cultura del cuidado y de la hospitalidad” frente a la práctica generalizada de la hostilidad y el individualismo.

En un mundo cada vez más globalizado, “todos nos descubrimos más cercanos y dependientes unos de otros”, mencionó.

También destacó la esperanza y la compasión como motores esenciales en la búsqueda de un futuro más justo y humano: “La compasión no es solo un sentimiento, es un verdadero motor de búsqueda y de esperanza”. Este valor adquiere una relevancia especial en el contexto de la tecnología contemporánea, donde el ser humano se enfrenta cada vez más a un aislamiento emocional y espiritual.

“El grito de quien sufre nos llega, muchas veces, sin palabras”, reflexionó el cardenal y urgió a contemplar que es, precisamente en esos momentos de silencio, cuando la compasión y la solidaridad deben actuar como puentes para fortalecer las relaciones humanas.

Durante este diálogo, los interlocutores valoraron “los signos más constructivos de nuestro
momento cultural”, abordando las oportunidades y retos de la actualidad. Se destacó la
necesidad de ofrecer respuestas creativas y generosas desde el ámbito educativo, las cuales deben ser capaces de enfrentar las transformaciones sociales y culturales con esperanza y visión a largo plazo.

Al dar la bienvenida, el doctor Alberto Anguiano García, rector de la UPM, confió en que el encuentro permita mostrar el esfuerzo de la iglesia católica por estar “en salida” gracias a los nuevos medios digitales; en beneficio de los alumnos, maestros, directivos, padres de familia y de las comunidades educativas del país.

El arzobispo emérito de León y responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEN), Alfonso Cortés Contreras, agradeció la generosidad y la actitud abierta de los intelectuales y del cardenal De Mendonça para intercambiar ideas de manera horizontal, cercana y comprometida con la verdad.

Durante su participación, el Cardenal Tolentino de Mendonça enfatizó que el mundo vive un
momento marcado por la incertidumbre y cambios; por ello, consideró que los intelectuales,
educadores y formadores están llamados a “entrar de nuevo en contacto con nuestros recursos espirituales y humanos para poner en práctica la esperanza”.

Dijo que la figura del ‘intelectual’ en el mundo contemporáneo no debe estar atada al pesimismo,
sino que debe ser un “aliado de la esperanza”, impulsando una educación que promueva la
fraternidad y el sentido de humanidad compartida.

Uno de los temas centrales del encuentro fue la necesidad de replantear la relación entre el ser humano y el medio ambiente desde una perspectiva sistémica: “No existen dos mundos
separados, ni dos ecologías distintas; hay un único sistema: la realidad socioambiental en la que todos vivimos”, subrayó.

El cardenal llamó a construir una ética del cuidado y la responsabilidad hacia la “casa común (el planeta)” al destacar la interdependencia que nos une.

En su gira por México, el funcionario vaticano dijo que “la compasión es un acto que nos devuelve a la esencia de la humanidad: la necesidad de
cuidar y ser cuidados.”

El obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Francisco Javier Acero Pérez, también habló sobre la importancia de la amabilidad como un valor fundamental que debe ser recuperado en las universidades mexicanas. Mencionó que esta virtud tiene el poder de transformar el ambiente hostil con el que muchos estudiantes llegan a las aulas, promoviendo una atmósfera
más positiva y colaborativa: “La amabilidad no sólo mejora las relaciones interpersonales, sino que también potencia el trabajo docente, haciéndolo más coherente, atractivo y productivo, alineado con la búsqueda de la verdad”, aseguró.

“Este esfuerzo -continuó Acero Pérez- es capaz de crear una convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos. El cultivo de la amabilidad no es una actitud superficial o burguesa, puesto que supone valoración y respeto cuando se hace cultura en una sociedad que trasfigura el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas y facilita la búsqueda de concesos tan necesarios en nuestro país”.

Las voces desde la intelectualidad y la academia en México

En el diálogo con el prefecto del Dicasterio Pontificio, la doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra (España), Virginia Aspe Armella, abordó el desafío de transmitir los valores y enseñanzas cristianas a las generaciones jóvenes inmersas en un mundo plural y digitalizado.

Dijo que la clave para educar a esta juventud radica en conectar el relato cristiano con su manera actual de aprender y entender el mundo.
Mauricio Beuchot, sacerdote dominico, doctor en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y Magister in Sacra Theologia por la Orden de Predicadores en Roma, planteó la crisis filosófica contemporánea, marcada por el nihilismo que ha surgido con la posmodernidad, y cómo esto ha llevado a una pérdida de sentido en la vida.

Frente a este contexto, Beuchot abogó por una renovación del diálogo filosófico, especialmente en el ámbito laico, destacando que la filosofía puede ofrecer una vía de esperanza y renovación cultural.

Pablo Castellanos López, presidente del Consejo de Gobierno del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) e investigador de la División de Filosofía, destacó la importancia de reconocer que el actual “cambio de época” es un proceso continuo que refleja el agotamiento de modelos culturales que ya no responden a las necesidades de la vida humana. Este fenómeno no debe interpretarse como una serie de crisis aisladas, sino como la evidencia de que los valores y principios que guían nuestras relaciones con la naturaleza.

Más adelante, Carolina Flores Langarica, doctorada en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México, subrayó la necesidad de una educación que trascienda la mera adquisición de conocimientos y habilidades técnicas, enfocándose en la formación integral del ser humano.

Señaló que la educación debe ser un espacio donde los valores del pasado no sean simplemente heredados, sino asumidos y renovados por cada generación de manera personal y consciente.

El sacerdote Armando González Escoto, profesor universitario y presidente de la Cátedra Universitaria Cardenal Garibi Rivera, resaltó la importancia de la adaptación educativa en un contexto de cambio civilizacional.

Señaló que las nuevas tensiones tecnológicas invitan a la comunidad cristiana a revalorar sus principios, manteniendo su esencia, pero siendo flexible para reinterpretarse en un mundo en constante transformación.

Al respecto, Eduardo González Di Pierro, académico de la Facultad de Filosofía de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, convergió en la preocupación respecto a que la educación universitaria, especialmente en el contexto de la universidad pública en México, se enfrenta a una dualidad marcada por la secularización y la búsqueda de una renovación espiritual.

Esta realidad refleja un “cambio de época”, donde las instituciones educativas deben reconfigurar sus valores cristianos para promover un espacio de diálogo genuino y reflexión
crítica.

González Di Pierro consideró que los profesores deben asumir su papel como “agentes
de cambio”, facilitando un encuentro enriquecedor entre ideas y fomentando la conciencia crítica en los alumnos.

Guillermo Hurtado Pérez, doctor en filosofía por la Universidad de Oxford, destacó la importancia de la diversidad lingüística y los riesgos que enfrenta.

A través de la metáfora de la Torre de Babel, el también autor ilustró cómo la ambición humana ha llevado a la fragmentación del lenguaje y, con ello, a la pérdida de formas únicas de entender el mundo.

Dijo que La inteligencia artificial, como todas las creaciones humanas, tiene un lado malo, que nos asusta, pero también tiene un lado bueno, que nos alienta a preservar la esperanza en el futuro de la humanidad.

El presbítero Francisco Nieto Rentería, profesor de Biblia y coordinador de la Sección de Teología Bíblica de la Facultad de Teología en la UPM, analizó la transformación familiar y social en un contexto de cambio profundo.

A través de una experiencia personal, identificó una crisis de continuidad generacional, lo cual obliga a observar horizontes de esperanza para responder a los desafíos de nuestro tiempo.

Compartir