Moscú. La relación bilateral entre Armenia y Rusia –en teoría todavía aliados, aunque Ereván se distancia cada vez más de Moscú desde que, a su juicio, no recibió la ayuda militar que, considera, hubiera impedido que Azerbaiyán se hiciera con el control pleno del enclave de Nagorno-Karabaj, que ambos reclaman como parte de su respectivo territorio– se encuentra en uno de sus momentos más bajos, a contados días de que se celebre el viernes siguiente, en la capital armenia, una reunión trilateral (Armenia, Estados Unidos y Unión Europea) para “profundizar la cooperación” entre ellos.

Rusia ve con preocupación ese encuentro por cuanto “los representantes de EU y la UE dicen explícitamente a nuestros socios (armenios), que su principal orientación está dirigida contra Rusia. Esto lo dicen sin ambages”, anticipó hace días la portavoz de la cancillería rusa, María Zajarova.

Poco después, su jefe, Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores, afirmó que “la situación en Armenia desde luego no inspira optimismo. El gobierno armenio, para decirlo sin rodeos, con pretextos inverosímiles, distorsionando la historia de los tres años recientes, está conduciendo deliberadamente al colapso de la relación con Rusia”.

Según Lavrov, las autoridades armenias “difaman a los militares rusos de la base 102 (que tiene Moscú en la república caucásica), difaman a los guardia fronterizos, difaman a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, bloque militar creado por Rusia con varios países postsoviéticos)”.

El jefe de la diplomacia rusa se refería a las acusaciones que formuló el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, respecto a la “pasividad” de los militares rusos y a la “negativa” de la OTSC a intervenir cuando, en septiembre de 2023, estaba teniendo la ofensiva bélica azerí con la ayuda decisiva de Turquía.

Después del inevitable forcejeo verbal, que derivó en la decisión de Pashinián de suspender la membresía de Armenia en la OTSC, este martes Ereván recibió la respuesta oficial del bloque militar a su pregunta de qué entiende por proteger la integridad territorial de los armenios.

La respuesta no satisfizo al gobierno armenio porque deja en el aire el territorio de Armenia hasta que llegue a un acuerdo definitivo con Azerbaiyán para delimitar las fronteras, negociación que enfrenta muchísimas dificultades porque no coinciden en que mapas y documentos de la época soviética tomar como base para ubicar las zonas y poblados en disputa.

En ese contexto, un grupo de instructores militares de Estados Unidos llegó a Armenia el lunes anterior y permanecerá hasta el viernes siguiente para “intercambiar experiencias en áreas como las relaciones públicas y la comunicación”, conforme a un comunicado del ministerio armenio de Defensa.

Las visitas a Armenia de militares de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) irritan a Rusia, aunque el canciller armenio, Ararat Mirzoyán, precisó hace unos días en Buenos Aires que Armenia no tiene planes de ingresar a la alianza noratlántica.

Ya tenemos cooperación con la OTAN, participamos en operaciones para mantener la paz en Afganistán, aumentamos nuestra presencia en Kosovo, lo que también es una forma de cooperar. Pero no tenemos la intención de incorporarnos a la OTAN. No es un punto que figure hoy en la agenda de Armenia”, indicó Mirzoyán.

Aclaró que, en cambio, “los armenios sí tenemos una marcada aspiración europea y, cito al premier Pashinián en su reciente discurso ante el Parlamento Europeo, Armenia está lista para acercarse a la UE tanto como la UE piense que es posible y esté dispuesta a acercarse a Armenia”.

Esto motivó que, bajo la coordinación de Anders Fogh Rasmussen, ex secretario general de la OTAN, la Unión Europea difundiera un informe sobre las medidas para impulsar los nexos con Armenia, informe que para la cancillería rusa “percibe a Armenia exclusivamente como una fuente de recursos y beneficios para Europa”.

Y puntualiza: “La UE y la OTAN no se preocupan por las necesidades reales de Armenia y sus ciudadanos. El giro del país hacia Occidente, dice el informe en sus conclusiones, es un asunto de bajo coste encaminado a reformar el Cáucaso del sur y adaptarlo a las necesidades occidentales”. La cancillería rusa da a entender que a Ereván “se le asigna el papel de ejecutor de las órdenes de Bruselas y Washington”.

Y mientras tanto siguen acumulándose lo que Moscú denomina “gestos inamistosos” de Ereván. El más reciente, la decisión del Banco Central de Armenia de prohibir, desde el 1 de abril pasado, el sistema de pagos MIR, que Rusia instrumentó para poder utilizar las tarjetas de débito y crédito de bancos rusos en Armenia y algunos otros países, en lugar de las tarjetas Visa y Mastercard que se retiraron del mercado ruso.

El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, sin embargo, matizó: “los bancos armenios dejaron de aceptar las tarjetas MIR desde abril no debido a la política de Ereván, sino debido a una presión estadunidense sin precedentes”.

Otro país que en principio mantiene buenas relaciones con Rusia, Kirguistán, república ex soviética de Asia central, tomó la misma decisión de prohibir el uso de las tarjetas MIR a partir de este martes para evitar las sanciones secundarias que impuso Estados Unidos.

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