Moscú. Con una relación bilateral marcada ya de por sí por los desencuentros, la tensión entre Rusia y Alemania alcanzó este lunes uno de sus momentos más álgidos al intercambiar duras acusaciones y convocar al embajador alemán a la cancillería rusa para pedirle explicaciones respecto a una polémica grabación de una conversación de la cúpula militar alemana, que la prensa cercana al Kremlin dio a conocer el fin de semana anterior.

Moscú tiene claro que la grabación es auténtica y que se escucha a los altos cargos que participan en la reunión discutir planes para atacar territorio de Rusia, en particular contra un puente en Crimea, además de suministrar más armamento a partir de la petición de Kiev.

El vocero de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, dijo categórico: “La propia grabación nos muestra que al interior de la Bundeswehr (fuerzas armadas alemanas) se discuten de forma sustantiva y concreta planes para lanzar ataques contra territorio ruso. Esto no requiere ninguna interpretación jurídica. Aquí todo es más que evidente”.

Y agregó: “Hay que averiguar si el ejército alemán lo hace por iniciativa propia. La pregunta clave es: ¿Hasta qué punto es controlable la Bundeswehr y hasta qué punto (el canciller federal, Olaf) Scholz controla la situación? ¿O forma parte de la política del gobierno alemán?”.

Para Peskov ambas posibilidades son “muy malas” y “ponen en evidencia la implicación de los países del Occidente colectivo en el conflicto en torno a Ucrania”.

La respuesta del gobierno alemán no se hizo esperar y su vocero, Wolfgang Buechner, señaló este lunes de modo rotundo: “Es absolutamente claro que las afirmaciones (del Kremlin) de que esta conversación demostraría que Alemania está preparando una guerra contra Rusia forma parte de una propaganda rusa absurdamente infame”.

Berlín prometió una rápida investigación sobre cómo era posible que una conversación de altos cargos militares haya podido ser interceptada y publicada en Moscú.

El señor Scholz prometió que se llevará a cabo una investigación rápida, completa y eficaz. Esperamos poder conocer su resultado”, comentó Peskov.

Un día antes, el domingo, el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, calificó de “ataque híbrido de desinformación” la difusión de la conversación que, según él, “pretende dividirnos, socavar nuestra unidad”.

La periodista Margarita Simonian, directora del canal de televisión RT y editora en jefe de la agencia informativa internacional Rossiya Segodnia (Rusia Hoy) y también de la agencia noticiosa Sputnik, difundió en redes sociales la grabación el viernes anterior, el mismo día que se celebró el funeral del opositor Aleksei Navalny, muerto en prisión.

En el audio de 38 minutos, que no se sabe cuándo tuvo lugar, se escucha a altos cargos militares –periodistas alemanes aseguran que uno de los cuatro que participaron era el responsable de la fuerza aérea, Ingo Gerhartz– analizando cómo Kiev podría utilizar misiles de crucero Taurus de largo alcance contra el ejército ruso, en lo que el ministerio de Defensa alemán, en un intento de minimizar el impacto de la filtración, llamó un “simple intercambio de ideas” previo a una reunión con Pistorius.

Los militares concluyen que una entrega rápida de ese tipo de misiles sólo sería factible con participación de soldados alemanes y que instruir a soldados ucranios para que operen por su cuenta los Taurus sería posible, pero tomaría meses, aparte de que el gobierno alemán no ha dado luz verde.

Ante la insistencia de Kiev de recibir los Taurus, que tienen un alcance de hasta 500 kilómetros, el canciller Scholtz insistió la semana pasada en que Alemania no los iba a suministrar porque, en teoría, pueden alcanzar blancos en territorio ruso muy lejos de la frontera con Ucrania y ello podría involucar a su ejército en una guerra con Rusia.

Este mismo lunes, al visitar una escuela de Sindelfingen, en el suroeste de Alemania, Scholz reiteró su rechazó a entregar a Ucrania misiles Taurus: “Soy el canciller y la decisión está tomada”, reportó la agencia Dpa, en tanto la cancillería rusa convocó al embajador alemán, Alexander Graf Lambsdorff, para pedirle explicaciones. El diplomático no hizo ningún comentario al abandonar el edificio de la plaza Smolenskaya, sede del ministerio ruso de Relaciones Exteriores.

Por otro lado, pero ligado al mismo problema de la tensión entre Rusia y Occidente, el secretario adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvediev, afirmó este lunes que la “operación militar especial” en Ucrania va a continuar hasta que se rinda el vecino país y descartó, por tanto, negociar con el actual gobierno de Kiev el fin de las hostilidades.

El funcionario, integrante del grupo más cercano del titular del Kremlin, Vladimir Putin, hizo estos señalamientos al dictar una conferencia dentro del programa de un festival mundial de la juventud, que organiza Rusia del 1 al 7 de marzo en Sochi, balneario del mar Negro.

Medvediev –frente a un mapa que mostraba a Ucrania como un pequeño territorio junto a Polonia, sin salida al mar– indicó que las “partes históricas” de Rusia, según él, todo el este, sur y costa del mar Negro, “deben volver a casa”.

En la visión de Medvediev, cuando el siguiente gobierno ucranio, no el de Volodymir Zelensky, reconozca lo que las autoridades rusas denominan “nueva realidad sobre el terreno” (la pérdida de su territorio) se podrá hablar de negociar las condiciones de su capitulación.

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